Mucho se ha escrito y discutido sobre las consecuencias económicas de las reformas planteadas a principios de los noventa. Pocos dudan de que la actual senda de desarrollo se debe, en parte, a la estabilización de la moneda, de las cuentas nacionales, a la apertura comercial y otras transformaciones en los ámbitos económicos e institucionales -sobre todo en el Banco Central y la Sunat. El apaciguamiento frente al sanguinario fenómeno terrorista ayudó, qué duda cabe, a la puesta en marcha de dichas reformas, brindando aires de estabilidad social a un país que se acercaba, a pasos agigantados, a una realidad subsahariana.

No obstante, la década de los noventa trajo consigo una serie de fenómenos perniciosos: acaparamiento del poder por ciertos maleantes, discrecionalidad extrajudicial en los ámbitos de los derechos y las libertades individuales, abuso de los cargos públicos y un largo etcétera que incluye delitos de extorsión, narcotráfico y asesinato, entre otros.

Los fujimoristas que tratan de focalizar dicho fenómeno en la persona de Montesinos y su entorno eran y son recurrentes en la política local; y si bien es cierto que algunos funcionarios en gestiones pasadas transitaron por dichos crímenes, lo real es que nunca se observó un monopolio de los mismos tan estructurado. También es cierto que, contra lo que los enemigos políticos del fujimorismo dicen, la corrupción no es un tema del gobernante de turno sino de las estructuras, instituciones e incentivos con los cuales convivimos hace ya varias décadas. Es por ello que si bien es notorio que los fenómenos criminales destacan en los diversos ejercicios que nos han gobernado durante la vida republicana, es en autocracias y dictaduras donde mayores excesos se han cometido dada la falta de control ciudadano.

No obstante, el fujimorismo ha dejado una secuela que, como una marca de agua, define parte de la agenda política, y es la marcada polarización existente entre quienes sólo ven los beneficios de la estabilidad económica y la pacificación frente a los que únicamente distinguen los diversos delitos -producto del acaparamiento del poder- durante la citada década.

Si Keiko Fujimori llegara al poder, es muy factible que, en primer o segundo lugar, utilice la deferencia constitucional que le permite indultar a su padre. Y si ello sucediese, lo cual creo probable, desencadenaría un clima de enfrentamiento social que socavaría la capacidad política de semejante régimen para efectuar reformas significativas.

¿Cómo citar este artículo?

GARRIDO, Juan José. Las secuelas políticas del fujimorismo. En: Enfoque Derecho, 18 de diciembre de 2010. https://enfoquederecho.com/las-secuelas-politicas-del-fujimorismo/ (visitado el dd/mm/aa a las hh:mm).

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