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Sun Tzu y “el Arte del Litigio”

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Por: Juan Santiago Chang Tokushima
Abogado por la Pontificia Universidad Católica del Perú, y Asociado del Estudio Miranda & Amado en las Áreas de Competencia y de Regulación de Energía

Hace 2,500 años, Sun Tzu afirmó que “El arte de la guerra es de vital importancia para el Estado. Es una cuestión de vida y muerte, un camino de seguridad o de ruina. Por lo tanto, es un tema que debe ser vigorosamente estudiado”. Probablemente este autor no tuvo idea de que su obra (que, por cierto, muchos no atribuyen a él) iba a tener tal impacto hasta nuestros días, convirtiéndolo en uno de los grandes “best sellers” de la historia.

Como resulta evidente, la mayor relevancia de esta obra ha sido en el ámbito militar. Así pues, se cuenta que los éxitos de Napoleón se deben, en parte, a que aplicó varios de los principios contenidos en ella. Es más, se dice que Napoleón cargaba con una copia del libro durante sus campañas (y, probablemente, la perdió en alguna batalla ya que luego no aplicó sus principios en las decisivas).

Más recientemente, el General Schwarzkopf (quien llegó a ser el Jefe del Mando Central de los Estados Unidos y Comandante de las fuerzas de la Coalición en la Guerra del Golfo) también utilizó varios de estos principios dentro de tácticas de vigilancia, comunicaciones y engaño que permitieron a Estados Unidos forzar el fin de la Guerra del Golfo en tan sólo cuatro días.

Pero su impacto no sólo se ha extendido a los conflictos bélicos sino también a otro tipo de conflictos (menos mortales pero igualmente de importantes): los conflictos legales. Por ello, el propósito de este artículo es apuntar, brevemente, cómo estas sencillas reglas de “El Arte de la Guerra” tienen plena aplicación en nuestra labor como abogados litigantes. Ciertamente, sería pretencioso abarcar todas y cada una de ellas, así que me limitaré a las más interesantes (y, por cierto, las más obvias).

Sin más, pasemos a lo que nos compete:

Regla 1: Sun Tzu dijo “No hay país alguno que se haya beneficiado de una guerra prolongada”

El mensaje es claro: “En la guerra, el gran objetivo es la victoria, no las campañas prolongadas”. Lamentablemente, muchos abogados litigantes creen de un juicio lento y tedioso es la mejor y más eficaz manera de asegurar una victoria.

A través de esta estrategia, se pretende ganar mediante el asedio o desgaste. Esto es lo que usualmente ocurre en las películas ambientadas en guerras medievales donde una gran armada bloqueaba un castillo, cortando la línea de suministros y esperando que el bando que se encontraba atrincherado dentro de sus muros, sucumbiera ante la falta de provisiones (sino, denle una mirada a “Kingdom of Heaven” ambientada en las Guerras Santas). Precisamente por ello, vemos que las guerras medievales solían durar años o hasta décadas (como, por cierto, ocurre con algunos juicios).

La estrategia a la que recurren es muy sencilla: ahogar al adversario mediante una carga procesal y económica enorme que lo debilite y, eventualmente, lo obligue a retirarse o renunciar (o, en términos militares, a capitular).

Sin embargo, lo que estos abogados litigantes olvidan, es que el desgaste no es sólo para la contraparte, sino para uno mismo y, por cierto, para el cliente. Además, no debemos olvidar que los jueces, entes resolutores y árbitros son humanos al final de cuentas y, por lo tanto, no estarán nada contentos de tener que resolver una controversia que les genera carga procesal innecesaria y absurda.

Entonces, ¿cómo ganar un juicio de manera rápida y efectiva? Sun Tzu también da la respuesta en las siguientes reglas que a continuación comento.

Regla 2: Sun Tzu dijo: “Pelear y conquistar todas las batallas no es la excelencia suprema; la excelencia suprema consisten en romper la resistencia del enemigo sin luchar.”

Para más de un lector la regla puede ser contradictoria. ¿Cómo ganar una batalla sin luchar? La pregunta puede resultar capciosa si se tiene en cuenta que los litigios, así como los encuentros bélicos implican, por definición, confrontación (uno no visualiza un proceso sin demandas, contestaciones, audiencias de pruebas y peritos).

La respuesta realmente es muy sencilla. Una batalla rápida no significa un ataque descuidado. Es decir, Sun Tzu va mucho más allá que la simple recomendación de batallas relámpagos (otra estrategia militar desarrollada sobre la base de “El Arte de la Guerra” que consiste en realizar un ataque directo y sorpresivo para evitar que el enemigo pueda organizar su defensa). Lo que recomienda es “la captura antes que la confrontación”.

Es decir, el gran líder (abogado litigante): “captura ciudades enemigas sin asaltarlas, se apodera del estado enemigo sin campañas prolongadas. Su objetivo es tomar intacto todo cuanto hay bajo el cielo, mediante consideraciones estratégicas”.

Veamos, pues, cuáles son aquellas principales “consideraciones estratégicas” a las que hace referencia Sun Tzu.

Regla 3: Sun Tzu dijo: “El general que gana la batalla hace muchos cálculos en su templo antes que la batalla sea luchada. El general que pierde la batalla hace pocos cálculos anticipadamente.”

Es decir, una batalla rápida se gana a través de un estudio cuidadoso. Las estrategias (bélicas o legales) apresuradas, sólo nos llevan a la derrota. Cumplir con esta regla es mucho más complicado de lo que aparenta ya que, lo que nos exige, es estudiar el caso que se nos ha encomendado y aplicar únicamente aquellas estrategias que nos aseguren una victoria rápida, segura y lo menos “dolorosa” posible.

Por ello, Sun Tzu señala que “si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, no debes temer el resultado de cien batallas. Si te conoces a ti mismo pero no a tu enemigo, por cada victoria ganada sufrirás una derrota. Si no conoces ni a tu enemigo ni a ti mismo, sucumbirás en cada batalla.”

Es decir, los cálculos y estudios que debe hacer un abogado, no deben limitarse a conocer a “los dioses” (la Ley) o “el terreno” (los hechos). También deben implicar conocer las propias debilidades y fortalezas de nuestra posición. Si se quiere, un juicio termina siendo como un juego de ajedrez, donde el victorioso no es necesariamente aquel que sabe muchas “jugadas de laboratorio”, sino aquel que conociendo sus propias cualidades, se adelanta a los posibles movimientos del oponente.

Entonces, antes de iniciar un litigio, primero conozca las condiciones en las que va a luchar. Como Sun Tzu diría, no es lo mismo luchar en verano (con excesivo calor) que en invierno (con tormentas y frío): “Los cinco elementos (agua, fuego, madera, metal, tierra) no son siempre igualmente predominantes”. O, lo que es lo mismo, no es lo mismo litigar ante y juez que ante un árbitro; cada sede tiene sus propias condiciones y reglas de combate. La lucha es muy distinta dependiendo de la sede donde se va a librar la batalla.

En segundo lugar, conozca a “los dioses” que guiarán su batalla. Estudie las leyes a fondo. Un abogado que no conoce las normas y conceptos jurídicos, no puede librar una batalla adecuadamente.

También estudie “el terreno”. Esto es, cada uno de los hechos relevantes para su caso. Si tiene dudas, consulte a un experto en la materia. No hay nada peor que plantear una demanda si técnicamente nuestra posición técnica no tiene asidero.

Finalmente, conozca cuáles son las debilidades de su propio caso y trate de fortalecerlas. Identifique las debilidades de la contraparte y trate de exponerlas. Recuerde que, en palabras de Sun Tzu, “La seguridad en contra de la derrota se encuentra en nuestras propias manos, pero la oportunidad de derrotar al enemigo es concedida por el enemigo mismo.”

Regla 4: “Ganará el que sepa cuándo pelear y cuando no pelear”

Es posible que tras un largo estudio, uno pueda llegar a la conclusión válida de que nuestro caso tiene pocas posibilidades de éxito, sea porque el terreno (hechos) no nos es beneficioso, sea porque los dioses (la Ley) no están de nuestro lado. De ser así, es mejor no iniciar un litigio. Será esfuerzo y dinero mal invertido. Recuerde, quien inicia un litigio que nunca tuvo posibilidades de ganar, demuestra el poco conocimiento que tuvo de su propio caso.

Algo que no debemos olvidar, es que el litigio no es un juego de poker en donde uno puede ganar por la simple suerte o por medio del bluffing: “Comenzar con una fanfarronada, para después mostrar temor frente al número del enemigo, demuestra una falta suprema de inteligencia”.

Soy consciente de que muchos critican la aplicación de esta obra en el campo del derecho, y abogan por la aplicación de otro tipo de reglas (teoría de juegos, Nash y demás). Sin embargo, lo cierto es que el conflicto siempre va a existir y, con ello, la posibilidad de que un arreglo amistoso no sea posible (muchas veces, las emociones negativas y la animadversión constituyen costos de transacción imposibles de superar). Lamentablemente, mientras existan emociones humanas siempre habrá litigios (y, por tanto, abogados).

Además, no debemos olvidar que Sun Tzu no pregonaba la guerra como el único medio de solución de conflictos. Pero señalaba que todo estratega debía estar preparado para ella. Después de todo, como filósofo que era, partía de las enseñanzas del Tao Te Ching (taoísmo). Es por ello que su ideología parte de la premisa que una guerra sólo debe librarse por causa justa (lo que los kantianos denominan “Ley Moral”) y que determina que “las personas estén en completo acuerdo con su gobernante, de manera que lo sigan independientemente de sus vidas, sin temer ningún peligro.”.

En conclusión, “el Arte de la Guerra” es una obra cuya aplicación al Derecho debe ser mirada con ojos críticos. Sin embargo, no puede ser negada su aplicación en el campo del litigio.

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