Por: Fernando Quintanilla Muñoz
Estudiante de Economía en la PUCP

El conflicto entre el Gobierno de Argentina y la transnacional energética Repsol YPF resulta difícil de explicar luego de años de una sólida y estrecha relación de cooperación mutua. En pocos meses, la relación degeneró hasta el punto que el Gobierno de Argentina decidió expropiar las acciones de la filial argentina de Repsol YPF. Es por eso que un análisis desde la teoría de juegos puede ayudar a comprender decisiones de ambos actores que a simple vista no resultan racionales del todo. Si bien en la teoría de juegos se estudia y modeliza las interacciones entre jugadores que llevan a determinadas decisiones, no debemos olvidar que éstas, como en el resto de la economía, están guiadas por la teoría de la elección racional[1].

En este juego (conflicto) hay dos jugadores: i) el Gobierno de Argentina, y ii) la empresa transnacional[2] Repsol YPF. Empecemos por preguntarnos qué lleva a que dos jugadores se enfrenten entre sí. Con cierto facilismo, se podría responder que el hecho de que tengan funciones de utilidad o preferencias disímiles[3] tendría que llevar necesariamente a un conflicto. Teórica y empíricamente este argumento resulta falaz; afirmar esto sería negar la existencia de juegos cooperativos[4], simplificando todo erróneamente a juegos de suma cero[5]. Y por el lado empírico específico de este caso resulta obvio que por muchos años ambos jugadores cooperaron entre sí. Entonces lo que lleva a un conflicto es cuando alguna o algunas de las acciones disponibles de cada jugador al interactuar hacen irremediablemente que un jugador vea disminuido su pago esperado. Esto nos lleva a pensar que en el transcurso de este juego alguno de los jugadores cambió sus preferencias y detonó el conflicto, o que los jugadores nunca tuvieron en claro cuáles eran las preferencias reales del contrario.

Por el lado de la empresa la función de utilidad puede ser definida fácilmente como una que busque maximizar sus beneficios, es decir a un precio dado por el mercado[6] optimizar sus beneficios minimizando sus costos para obtener la mayor renta posible. En cambio, por el lado del Gobierno de Argentina puede no conocerse realmente su preferencia. Como plantea Roemer[7] cuando describe la perspectiva de la elección pública, puede ser que el jugador-Gobierno busque efectivamente el interés público (Gobierno benevolente) o que simplemente busque maximizar su propio beneficio, por ejemplo su probabilidad de reelección (Gobierno oportunista). Para seguir con el desarrollo de este juego debemos resolver cuál de las dos posibilidades de preferencias del Gobierno de Argentina es el correcto. Pero esto resulta una falsa dicotomía. Según Farbey y Frickey[8] los gobiernos tratan de maximizar su atractivo ante los electores y los electores a su vez votan de acuerdo su propio interés económico. Entonces la discusión de las verdaderas preferencias del Gobierno de Argentina resulta innecesaria pues si le interesa el bienestar público contribuye a maximizar su probabilidad de reelección, y si sólo le interesa reelegirse contribuyendo al bienestar público se vuelve más atractivo hacia los electores.

Ahora veamos la razón por la cual las preferencias de los dos jugadores empezaron a colisionar. Lo cierto es que la producción argentina de petróleo y de gas se ha reducido en 20% y 13% respectivamente. Esta reducción afecta obviamente los intereses del jugador-Gobierno pues lo vuelve un importador neto de hidrocarburos y afecta su balanza comercial. Algunos argumentan que no es culpa de Repsol YPF que la producción se haya reducido, que en realidad es culpa del Gobierno por los altos impuestos o que es culpa del mercado internacional etc. En realidad no tiene mucho sentido convertirse en detective y encontrar culpas. Lo objetivo es que para que Argentina vuelva a ser superavitaria se requería un monto de inversión que Repsol YPF no estaba dispuesta a desembolsar. El jugador-empresa tiene como objetivo maximizar sus rentas; es por eso que invertir una cantidad tan elevada para satisfacer las preferencias del Gobierno de Argentina no le resulta un buen negocio. Recordemos que Repsol YPF no sólo está presente en Argentina, sino que se encuentra en múltiples países. El monto que le requería Argentina que invierta puede ser mejor invertido en otros países o rubros con mayor rentabilidad. Es decir satisfacer las preferencias de Argentina atentaba contra sus propias preferencias con lo cual se constituye un claro colisión de preferencias.

Queda claro que las preferencias de ambos jugadores colisionan desde un punto de vista racional. Argentina requiere mayor inversión en hidrocarburos pero a Repsol YPF no le resulta rentable. Interés público versus interés privado. Como vemos en este juego al colisionar las preferencias y por ende las utilidades de los jugadores alguien tenía que perder. Ganó Argentina. Perdió Repsol YPF.


[1] OSBORNE, Martin J. An introduction to game theory. New York: Oxford University Press, 2009.

[2] Sólo (obviamente) se han expropiado las acciones de la filial argentina de Repsol YPF.

[3] La función de utilidad o preferencias de utilidad son miden la “satisfacción”, “utilidad” o “felicidad” de un individuo en base  lo él considera relevante para él.

[4] En un juego cooperativo los dos o más jugadores se ayudan mutuamente con el fin de elevar su utlidad.

[5] En un juego de suma cero necesariamente lo que un jugador gana el otro lo pierde. El poker de dos jugadores es buen ejemplo de un juego no cooperativo de suma cero.

[6] Asumiremos por el momento que el precio es determinado exogenamente por el mercado

[7] ROEMER, Andrés. Introducción al análisis económico del derecho. México, D.F.: Itam, 1994.

[8] FARBER, Daniel y Philip FRICKEY. The Jurisprudences of Public Choice. Texas Law Review. 1987.

5 COMENTARIOS

  1. Interesante análisis, lo que no deja de lado el que los múltiples intereses, grandes y pequeños, primero económicos, luego políticos y muchos otros … sean parte de una realidad que se viene replicando en diferentes lugares de nuestra latinoámerica, sin olvidar de otros lugares y momentos de la historia de nuestra moderna civilización. Recordemos una expropiación cercana «La Brea y Pariñas», utilizada como causa y medio propagandistico, de la que luego se conoció (muy posteriormente al hecho) que se pagaron cuantiosas compensaciones.

  2. «Los gobiernos tratan de maximizar su atractivo ante los electores y los electores a su vez votan de acuerdo su propio interés económico. Entonces la discusión de las verdaderas preferencias del Gobierno de Argentina resulta innecesaria pues si le interesa el bienestar público contribuye a maximizar su probabilidad de reelección, y si sólo le interesa reelegirse contribuyendo al bienestar público se vuelve más atractivo hacia los electores.»

    Esta es una falacias terriblemente transparente. El pueblo quiere pan y circo. Lo que abogas implica que no hay nada mejor para el desarrollo del país que el populismo absoluto y desbocado: has encontrado un argumento (ingenuo, por decir lo menos) para justificar que lo mejor para un país es aquello que beneficia en encuestas y urnas. Por silogismo, subsidiemos el alcohol y la pornografía. Apuesto a que la gente estará extática, al menos hasta que hayan pasado las siguientes elecciones.

    Amigo, te recurdo que Fujimori gozó de márgenes de popularidad cercanos al 80%.

    La falsedad de este argumento no es difícil de ver. Si el gobierno de Argentina desea votantes, las cosas que acabará haciendo son barrabasadas como esta: que tienen 17% de aprobación, por las cuales la gente gritará «¡viva la patria!»; no se darán cuenta, claro, de que es precisamente eso lo que tiene a Argentina sumida en condiciones menos que envidiables. Lo que ha hecho el gobierno argentino, muy creativamente, es echarle la culpa de una crisis a una empresa (qué cosa más absurda, si la única razón por la que esta no invertía es porque el mismo estado argentino controlaba la economía y la hacía no rentable para que invierta). Y Cristina Fernández es ahora la patriota que nacionaliza el petróleo y es la heroína.

    «Algunos argumentan que no es culpa de Repsol YPF que la producción se haya reducido, que en realidad es culpa del Gobierno por los altos impuestos o que es culpa del mercado internacional etc. En realidad no tiene mucho sentido convertirse en detective y encontrar culpas. Lo objetivo es que para que Argentina vuelva a ser superavitaria se requería un monto de inversión que Repsol YPF no estaba dispuesta a desembolsar. »

    ¿No tiene sentido ponerse de detective? Me parece una forma poco elegante de sacar cuerpo. Ignorar las culpas es ignorar precisamente el meollo del problema. Repsol no quería y no podía invertir más porque el gobierno argentino ha controlado los precios del petróleo, lo cual acaba destruyendo su rentabilidad. Este no es un capricho o una avaricia de Repsol YPF. El único causante del problema, ante el cual hubiera reaccionado de igual forma cualquier agente racional, ha sido el largo gobierno de los Kirchner. Ahora, lo único que ha logrado el gobierno argentino es echarle la culpa a otro, y que el elefantiásico gobierno se trague el gran problema que es el petróleo cuyos precios populistamente controlaron. Esta no es más que una pequeña bomba de tiempo.

  3. Muy peligroso que se defiendan estas medidas interventoras y populistas. Más peligroso que se trate de dar una supuesta justificación técnica a lo injustificable.

  4. Realmente perdio Repsol?. Si fue su elección no incrementar la producción, entonces se ahorro un costo que puede invertir en otras de sus filiales. Tu modelo parece ser muy simple para describir la situación porque falta de dinamismo.

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