Recientemente, un grupo de parlamentarios de diversas agrupaciones decidieron crear la nueva bancada “Unión Regional”. Con ésta, sumarían ocho las bancadas actualmente presentes en el parlamento. Luego de las elecciones del 2011, las bancadas electas en votación popular conformaban tan solo cinco, que luego de las constantes disputas que se han vivido dentro del congreso, aumentaron a las ocho actuales. Ello es, sin duda, reflejo de la alta fragmentación política que vive nuestro país y, además, de la desconexión absoluta entre la ciudadanía y sus parlamentarios, quienes se creen sin necesidad de responder a sus electores y con la potestad de crear nuevos grupos y alianzas para las que no fueron electas.

Lo más importante de este asunto es que la alta fragmentación presente en el parlamento podría dificultar aún más los consensos necesarios para poder cumplir con los encargos aún pendientes de nombrar a los magistrados del Tribunal Constitucional, directores del Banco Central y al Defensor del Pueblo. Por otro lado, el Presidente Ollanta Humala se está generando cada vez más frentes de batalla dentro del parlamento, y su único aliado visible en el congreso, Perú Posible, está cada vez más dividido. Cabe resaltar que todas las nuevas bancadas que nacieron en el parlamento cuentan con miembros que en algún momento renunciaron a la bancada del ex presidente Toledo, pasando de 21 miembros en el 2011 a solamente 10, actualmente. Esto, por otro lado, sumado a la fragmentación para alcanzar consensos en el nombramiento de puestos clave en el mismo congreso, dificulta la capacidad del gobierno de presentar y poder pasar reformas importantes y urgentes para el país.

La alta fragmentación en el parlamento podría frenar la capacidad de ejecución que tenga este gobierno para llevar acabo los resultados que, en un mundo tan dinámico como el actual, se exigen rápida y escrupulosamente. Un presidente al que se le critica por ser “de rutina” no puede darse el lujo de perder margen político de maniobra, de lo contrario su capacidad de llevar adelante sus objetivos (que en el fondo pueden ser muy beneficiosos para todos los peruanos más allá de su rédito político particular) podrían verse frustrados. Parte de la fragmentación actual presente en el parlamento, y que sin duda podría dificultar en el corto plazo la gobernabilidad del país, pasa por la inestabilidad de un sistema político en crisis.

En el Perú existen actualmente 16 partidos políticos inscritos en el registro de organizaciones políticas del JNE. Sin embargo, ¿cuántos de ellos tienen una verdadera militancia activa, con cuadros técnicos y políticos sólidos y con una democracia interna vigorosa y participativa? Pues, sin duda, pocos (si no es que ninguno). El problema de la fragmentación política (que dificulta los consensos parlamentarios para decisiones clave en el Estado peruano) y la reducción de los aliados del gobierno (que dificultan su capacidad de sacar reformas, y por tanto la gobernabilidad del país), pasan por una necesaria y profunda reforma del sistema político que debe comenzar por los partidos políticos y el sistema electoral. Estos deben ser formadores de cuadros preparados (que no propongan gente incapaz a puestos clave del Estado, por ejemplo) y cuya legitimidad y lealtad a su partido y electores, así como su doctrina y defensa de principios, no sea volátil y, en muchos casos, mini caudillista. De lo contrario, la fragmentación continuará y las reformas pendientes tan importantes para el país (salud, seguridad ciudadana, educación, entre otras) seguirán esperando dentro del cajón de pendientes poder ver la luz del día.

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