Por Alonso Salazar, alumno de Derecho de la PUCP y miembro de Themis.

Hace unos días leí un artículo interesante en un blog de Semana Económica sobre la concentración de medios. Lejos de establecer una opinión, el autor dibujó un mapa que retrata la situación que vive el Grupo El Comercio (GEC) tras la compra de Epensa ante la acción de amparo interpuesta por un grupo de periodistas.

Mucho se discute sobre el tema: si existe concentración de medios o no, si hay algún mandato legal que impida el acaparamiento que se acusa,  a partir de cuándo hablamos de acaparamiento, si se está atentando contra la democracia y la pluralidad. Todas estas preguntas son válidas y deben ser  respondidas claramente antes de formar una opinión al respecto. Es lo que, precisamente, deberá hacer la jueza Lizy Béjar Monge antes de emitir un pronunciamiento al respecto. Una vez efectuado el análisis interno, lo que debe emitirse es un juicio respaldado por una argumentación no solo válida en cuanto a discusión, sino amparada en el Derecho.

Si se siguen estos pasos simples y se respetan los mínimos estándares legales, no parece plausible decretar que existe acaparamiento o que se está atentando contra la libertad de expresión. Muy por el contrario, resolver lo opuesto es lo que realmente atentaría contra las decisiones, no de los empresarios del GEC o Epensa, sino de nosotros: los consumidores. Declarar fundada la demanda interpuesta equivaldría a censurar el derecho que tenemos los peruanos a elegir.

Arranquemos haciendo a un lado cualquier clase de comparación o analogía con la radio y la televisión. Tratándose de un recurso natural limitado, los argumentos o marcos legales que los regulan están fuera de esta discusión. La realidad, al fin y al cabo, es que el GEC compró Epensa y ahora “acapara” el 78% del mercado. ¿Qué significa esto? No significa que el GEC es dueño del 78% de los diarios del país; no significa que estén atentando contra mandatos legales o constitucionales, toda vez que no hay norma que se haya violado; no significa que la democracia haya sido atacada. Significa algo más simple: que el 78% de los consumidores de este mercado leen diarios de propiedad del GEC. O sea, la discusión, absurdamente, se centra en el producto que los peruanos prefieren.

En el Perú hay 60 diarios. De ellos solo 6 pertenecen al GEC y 4 a Epensa, juntos no llegan ni al 17%. Entonces, ¿qué discutimos? Más bien, ¿por qué discutimos? El problema ha conducido a que la crítica se haya enfocado en el “atentado” contra la democracia y la pluralidad que supone “controlar” el mercado de esta manera. Pero, como ya se dijo, no estamos hablando de verdadero control.

Que el 78% lea diarios que son de propiedad del GEC no significa que este no pueda perder a sus lectores. La elección se da por las preferencias de cada uno. Es así que, en este momento, el 78% de la población prefiere leer Trome, Depor, Correo, El Comercio, entre otros. Mañana bien pueden ponerse a leer otro periódico y la historia cambiará. Por eso, admitir a trámite una demanda como esta o, peor aún, declararla fundada, no nos devolvería a la seguridad de un Estado democrático, sino que atentaría contra este.

Si el GEC posee tanta lectoría se debe a que ha sido exitoso empresarialmente hablando. No es, tampoco, un pseudo acaparamiento: en televisión no se puede tener más del 30% de frecuencias y en radio más del 20%. ¿Qué estaríamos castigando al intervenir a un grupo empresarial que tiene menos del 17% a nivel nacional? Aquí realmente se castiga al consumidor. Pero, por si no ha quedado claro, propongo un ejemplo aún más simple.

El día de mañana aparece un nuevo diario: El Heraldo Peruano. A un año de su lanzamiento, el 85% del mercado compra única y exclusivamente este diario. ¿Podemos hablar de acaparamiento? ¿Concentración de medios? Claramente no. ¿Debe el Estado actuar? ¿Separar este único periódico? ¡Ni hablar! Esto no es más que el funcionamiento común y corriente de un mercado. Los consumidores buscan el producto que mayor utilidad les provee; el que más les satisface. Y así como uno gana lectores, también los puede perder.

No debemos olvidar, además, que el costo ingreso a este mercado es bastante bajo. No confundamos esto con lo difícil que podrá ser competir con los diarios más grandes, pero entrar al mercado no es complicado. Entonces, si la realidad es que no son altas las barreras de entrada a este mercado, que la cantidad de grupos editoriales seguirá siendo igual (la familia Agois seguirá al mando) y que no se contraviene ninguna disposición normativa, ¿tiene sentido intervenir?

La libertad de expresión es un camino de dos carriles. No solo se trata de la libertad de opinar, sino la libertad a elegir que queremos leer, el derecho a escoger. Este derecho, válidamente ejercido por todos los peruanos, es lo que ha llevado a que el GEC sea el líder en el mercado de prensa escrita. Es el ejercicio de nuestro derecho lo que, como hoy pone al GEC en la punta, mañana puede derribarlo. Cualquier clase de legislación o sentencia que altere este orden no será más que censurar, como tantas veces en nuestra historia, un derecho que nos pertenece a todos.

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