Alejandro Cavero es miembro del Consejo Directivo de THEMIS y alumno de la Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

El candidato a la alcaldía de Lima Luis Castañeda Lossio lidera desde hace varios meses, con una amplia ventaja, todas las encuestas de opinión. Este escenario nos ha llevado a plantearnos cuál es la razón que permite que un candidato con tan poca exposición mediática, tan poco despliegue de propuestas y tan poco contacto con la ciudadanía a través de los medios de comunicación pueda tener un respaldo tan abrumador. No soy de los que cree efectiva la estrategia del “contacto directo” con la gente. Tener contacto directo con el 57% del electorado no solo es físicamente imposible sino extremadamente costoso, por ello es que los medios de comunicación masiva son indispensables en toda campaña.

Sin embargo, esto no es lo que le preocupa a la campaña del señor Castañeda. Su estrategia está basada en una posición estática pero que, sin embargo, ya tiene una marca posicionada en el imaginario popular. Luis Castañeda no necesita darse a conocer porque la gente ya lo tiene presente (su gestión culminó con un abrumador 89% de aprobación) y, por otro lado, como sin querer queriendo, los medios lo mantienen más presente por más que él trate de mantenerse alejado de ellos. Entonces, persistimos en la pregunta: ¿Qué hace que a pesar de estar “presente” pero ausente, al mismo tiempo el respaldo de Castañeda siga siendo tan abrumador?

La respuesta que nosotros nos atrevemos a ensayar aquí la hemos denominado la “paradoja del outsider”. Sostenemos la tesis de que, a diferencia de lo que se creía era una característica de la política peruana (el hecho de que aparezcan outsiders desconocidos que arrasen en las elecciones) parece ya no serlo tanto. Recordemos el caso de Fujimori, Ollanta Humala, Susana Villarán y en menor medida Alejandro Toledo. Todos ellos de una u otra manera outsiders que aparecieron en su “tiempo político” y que ganaron las elecciones habiendo sido previamente unos completos desconocidos.

En el caso del voto a Luis Castañeda parece ocurrir completamente lo contrario. Como bien señalaba Juan Paredes Castro en El Comercio, el abrumador respaldo de Castañeda es también culpa del propio electorado. Un electorado que esta vez no apuesta por un “outsider”, sino que vuelca todo su apoyo en un político tradicional, conocido, que de una u otra manera es “predecible” y “asegura” un cierto modelo de gobierno en la ciudad que ha probado ser “exitoso” en el pasado. En este caso, pareciese que el pueblo no apuesta por los desconocidos y los “saltos al vacío”, sino por un salto a un terreno ya experimentado que tiende a favorecer al status quo y la clase política tradicional.

Tanto favorece al status quo, que el hecho de que los ciudadanos premien a Castañeda (con un aumento en la intención de voto en las encuestas) a raíz de su silencio, es un reflejo de que no quieren escuchar a ningún nuevo hablar en el debate electoral, que no les interesan los discursos nuevos o polémicos y que ellos están contentos con el discurso conocido y seguro que tienen de este político «del sistema». Incluso, refleja de una u otra manera que el deseo de los electores es de “no querer saber más de la política”, de asegurarse con lo conocido. Una suerte de indiferencia. Es la primera vez que un voto en el Perú se direcciona tan masivamente a aquello que consideramos “seguro”, como un “todo tiempo pasado fue mejor” (diferenciemos esto de la elección del “mal menor”). Una paradoja que pocas veces se ha visto en nuestro país y que colisiona directamente con los tradicionales anhelos de “cambio” que personifican los outsiders. Hay también quienes argumentan que Castañeda es el “gran cambio” respecto a la desastrosa gestión de la alcaldesa Villarán, pero este descontento bien lo hubieran podido capitalizar otros rivales en la contienda como el propio Heresi o Enrique Cornejo. ¿Por qué fue Castañeda? O mejor dicho, ¿por qué fue él siendo precisamente el más “tradicional”?

No tenemos claro a ciencia cierta cuan duro es el voto a favor del señor Castañeda y cuanto podrá resistir el blindaje de su silencio a la presión proveniente de los medios de comunicación. Lo que sí es seguro es que Castañeda es una apuesta por el statu quo que protege “la seguridad jurídica” de la política y que parece haber despertado un repentino entusiasmo en los limeños. Veo muy difícil que en esta elección pueda, en medio de esta paradoja, surgir un outsider.

El señor Castañeda guarda silencio porque ya está presente. Es el “outsider” que al mismo tiempo es “insider” y no necesita de un discurso. Solo necesita una “imagen”. Y en este caso, el electorado ha negado la tradición de apostar por un desconocido y ha salido a gritos a apoyar a un conocido tradicional. ¿Continuará esto por mucho tiempo?

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