Eduardo Villanueva es Doctor en Ciencias Políticas y Gobierno por la PUCP e investigador en temas de Comunicación y Tecnología.

Enfoque Derecho: ¿Cuál cree usted que es el impacto que han tenido las nuevas tecnologías en la sociedad peruana en los últimos años?

Eduardo Villanueva: Si recortamos la definición de nuevas tecnologías a lo que normalmente se llama tecnologías de la información y comunicación -que es el campo en el que yo trabajo- esencialmente tenemos que, al igual que en el resto del mundo, lo que más peso tuvo fue la transformación, primero, de las industrias culturales y, posteriormente, de una serie de industrias alrededor de la disponibilidad de materiales digitales tanto para la producción como la distribución y consumo de estos. Eso ha cambiado por completo industrias que, desde el punto de vista jurídico, están regidas por los derechos de propiedad intelectual y específicamente del Derecho de autor. Es el campo en donde mayor efecto está teniendo. En una mirada más amplia, desde la perspectiva del Derecho Público, en general, el gran problema que presentan estos desarrollos es que alteran la relación entre los agentes económicos y los estados porque le dan mucho mayor autonomía a los agentes económicos y a los consumidores, y reduce la capacidad de los Estados de regular la actividad económica, para bien o para mal. El caso más común, por ejemplo, que está siendo motivo de discusión en el mundo entero tiene que ver con las aplicaciones para taxis, específicamente, la de Uber. Este último ha logrado desarrollar herramientas para no solamente eludir las normas de las ciudades donde opera sino incluso para eludir la capacidad de control de esas ciudades. Poseen una serie de herramientas tecnológicas que les permitían actuar de tal forma de que no podían ser controlados. Ese es el problema más grande que se está produciendo. Ahora, esto también tiene que ver con el auge de la piratería, con lo que le cuesta a un país como el Perú tratar de hacer cumplir la ley en términos de derechos de autor sin ningún beneficio objetivo para el país mismo sino porque hay obligaciones jurídicas y legales a nivel de tratados con los que el Perú tiene que cumplir, pero que se basan en el interés de terceros que no tienen un impacto directo en nuestra sociedad.

Entonces, primero que nada hay un efecto sobre ciertos aspectos de la relación entre el productor, el consumidor, y el Estado que en una primera instancia tienen que ver con la situación cultural, pero que cada vez se está expandiendo a más campos.

ED: ¿Cómo cree que se dé la regulación en un futuro?

EV: Lo que pasa es que un Estado como el Perú tiene cada vez menos espacio que regular. Es decir, pensemos, por ejemplo, en los servicios que se usa en los celulares, aplicaciones de taxis. O, si te fueses de viaje a Cuzco, no necesariamente vas a buscar un hotel sino que podrías buscar un lugar donde alojarte en AirBnb. Airbnb no tiene ninguna relación con la capacidad regulatoria del estado peruano. Se establece una relación directa entre el consumidor y el proveedor de servicios en los términos que una empresa global define. Pasa por encima del Estado. Lo mismo sucede con Spotify. Los términos de la relación entre los productores y los consumidores los define una empresa sueca y no tiene nada que ver con lo que el Perú piense sobre las reglas de derechos de autor, es decir, son definidos a otro nivel. Entonces, lo que está pasando es que el Estado peruano tiene menos cosas que regular, lo cual, dependiendo de tu perspectiva, puede ser bueno o malo, pero esa es la tendencia a mediano plazo. Es decir, mayor autonomía en los consumidores y mayor peso de estas corporaciones transnacionales. Por ejemplo, en el caso de Facebook, supongamos que en un país como el Perú se quiera regular, la decisión para Facebook sería muy sencilla: ¿vale la pena cumplir con el estado o pelearnos con ellos? ¿cuánto perdemos? Finalmente, se irían. En este sentido, ¿qué pasaría con todos nosotros? No solo se va Facebook, se va Instagram, se va WhatsApp, se van todos los parientes. Estados como China sí pueden poner condiciones como se las han puesto a Google; pero estados como el Perú, no. Entonces, el punto es que ya ni siquiera tenemos capacidad para regular. Las economías liberales, las democracias liberales, cada vez tienen menos capacidad de poner sus propias reglas frente a estos actores globales porque funcionan en un plano global y nuestra capacidad de acción estatal sigue reducida a una realidad muy pequeña.

ED: En general, ¿considera que este impacto ha sido positivo o negativo?

EV: Es una cuestión de cómo lo ves. Si estás pensando en, por ejemplo, hacer algo respecto a políticas públicas para la promoción de la creatividad cultural en el país como el Perú, cada vez es más difícil hacerlo. Porque puedes hacer un montón de cosas, pero  ¿cómo haces que los que utilizan medios digitales accedan a eso? De nuevo, es una cuestión ideológica. Si piensas que el Estado tiene un rol a jugar ahí, entonces sí es cada vez más problemático. Si piensas que el Estado no tiene un rol que jugar dentro de lo que es por ejemplo la promoción cultural, entonces mejor porque ya ni siquiera se puede plantear. Yo no creo que se pueda aseverar mejor o peor. Aumenta las opciones para los consumidores que puedan acceder a esto: definitivamente. Tú, yo y un montón de gente más en el Perú, pero no la mayoría de los peruanos tenemos una diversidad de opciones alucinante comparada con la que yo tenía a tu edad. Eso es sensacional. Pero, ese soy yo como consumidor; como ciudadano del Perú no sé cuánto realmente mejora mi calidad de vida, hay otras dimensiones que habría que discutir. Pero, definitivamente, si lo ves desde la perspectiva del consumidor, es fantástico.

El gran problema también viene con otro tipo de efectos que se discuten en los estudios de comunicación pero que no son propiamente legales sino más bien políticos. Lo que pasa es que cada vez hay menos espacios en donde todos los peruanos nos encontramos para comunicarnos. Antes solamente había televisión. Entonces todos los peruanos veíamos lo mismo. Ahora, ¿cuándo fue la última vez que viste lo mismo que tus padres, primos, tíos? Antes todo el mundo veía lo mismo. Cuando yo tenía 10 años, todo el mundo tenía que ver a Ferrando porque no había otra cosa, pero ahora Ferrando termina en un canal perdido de tv digital, lo ve un sector reducidísimo de la población mientras otro sector de la población está viendo Netflix. Entonces esos quiebres debilitan la cohesión de la esfera pública, no solamente la cohesión de la esfera social, pero sí de la esfera pública. Y, si esta no tiene mucha cohesión, entonces la política se vuelve más complicada porque hay menos espacio de discusión y menos espacios de acuerdo entre las partes que constituyen esa esfera pública. En un país fragmentado y complicado como el Perú, eso es un serio problema.

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