Por: Flavia Martínez, alumna de Derecho en la PUCP y miembro del Consejo Editorial de Enfoque Derecho

A raíz de la ola de violencia en nuestro país, y, particularmente, del lamentable y cruel asesinato de la menor de 11 años, Jimena, se ha planteado como solución a esta problemática la pena de muerte para los violadores. La principal razón es que algunos grupos consideran que esta evitaría las violaciones, ya que sería un disuasivo para los criminales al momento de cometer las vejaciones. Sin embargo, esto no es correcto y las estadísticas lo comprueban.

Alrededor del mundo, existen 19 países donde se da la pena de muerte para los violadores, con particularidades en cada uno. Entre estos, encontramos a Bangladesh, Tailandia y Siria. Justamente son estos países los que mantienen las barreras de desigualdad de género y se encuentran en la lista de los Estados con mayores índices de violencia sexual según un reporte de la Organización Mundial de Salud del año 2013[1]. A partir de estos datos y los estudios realizados por ONG’s como Internacional Humanium, se desprende que no es disuasiva y que en muchos de los casos, como Siria, las violaciones se incrementan.

Ahora bien, el incremento de las penas y la tipificación de nuevos delitos como el feminicidio en nuestro país no han logrado el objetivo de disuadir a los criminales. Si bien pueden causar la sensación de justicia en las víctimas y sus familiares, el daño ya está hecho y no repara el dolor que estos sienten, lo cual se convierte en un círculo de violencia e indignación de parte de los afectados y de la ciudadanía. Entonces, ¿de qué manera efectiva prevenimos la violencia ya sea física, psicológica o sexual? Es hora de volver la mirada hacia un proyecto que sí ha tenido resultados en otros países y por parte de iniciativas particulares en el nuestro, y cuyo sueño de implementarlo se nos arrebató el año pasado por parte de grupos radicales religiosos, específicamente “Con mis hijos no te metas”, y bancadas parlamentarias como Fuerza Popular. Estamos hablando de la implementación de la Educación Sexual Integral (ESI) en el currículo nacional.

En el presente artículo, detallaremos el marco jurídico nacional e internacional que respaldan su implementación, la relación que tienen con la prevención de la violencia de género y otras problemáticas, y los resultados positivos que ha tenido en los países, incluyendo el nuestro, principalmente relataremos un proyecto del cual fui parte con un grupo de estudiantes de la PUCP.

MARCO LEGAL NACIONAL E INTERNACIONAL

La ESI es un derecho humano y también es una política estatal que debe ser implementada en todos los colegios e instituciones. Siguiendo al Informe del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la educación: Educación sexual, el derecho a la educación sexual integral forma parte del derecho humano a la educación, y su reconocimiento resulta indispensable para asegurar el goce del derecho a la salud, el derecho a la información, y los derechos sexuales y reproductivos[2]. Ahora bien, nos centraremos específicamente en su relación con este último.

En la relación que tienen con los derechos sexuales y reproductivos, por un lado, tenemos el respaldo de la normativa internacional. El primer precedente que se sentó sobre los derechos sexuales y reproductivos fue en la Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo en El Cairo en 1994. Es así que en su capítulo XI (Población, Desarrollo y Educación), específicamente en el objetivo c, se menciona lo siguiente: “Incorporar en los programas de estudios temas sobre la relación entre la población y el desarrollo sostenible, las cuestiones de salud, incluida la salud reproductiva, y la igualdad entre los sexos, y mejorar su contenido a fin de fomentar una mayor responsabilidad y conciencia al respecto”[3]. A partir de ello, se desprende que tanto el derecho a la libre información como a una educación sexual integral forman parte relevante para el reconocimiento de estos derechos humanos.

Otro precedente importante es la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer en la Plataforma de Beijing en 1995 donde se ratifica lo establecido en la Conferencia realizada en El Cairo. Un mensaje claro que se da en esta conferencia es que la falta de atención en los derechos reproductivos de la mujer limita sus oportunidades en la esfera laboral, política, educativa, económica, entre otras (Organización de las Naciones Unidas 1996: 38). Un ejemplo de ello es el riesgo que representa la ausencia de programas de educación sexual en el incremento de embarazos no deseados. Cuando una mujer adolescente está embarazada, suele no acudir a su centro de estudios por temor a recibir las críticas o burlas de sus compañeros, se recortan sus oportunidades para ser contratada, carece del apoyo total sin ser juzgada por parte de sus esferas sociales más cercanas, entre otras situaciones que demuestran la limitación de sus oportunidades.

Otro marco normativo internacional que realza la importancia de estos derechos para lograr la igualdad entre hombres y mujeres es la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW). Este establece 6 recomendaciones a sus Estados firmantes, entre los cuales se encuentra el Perú y que, por ende, debe de seguirlos.

Es aquí donde entra nuestra normativa nacional, ya que brinda la recomendación general Nº 24. En esta, se enfatiza en la importancia de la educación sanitaria de los adolescentes, esto consiste en brindarles información y asesoramiento sobre todos los métodos de planificación de la familia (1999). En otras palabras, se plantea políticas de educación sexual integral sobre todo en la etapa de la adolescencia para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Esto va de la mano con el artículo 13 de nuestra Constitución que señala que “la educación tiene como fin el desarrollo integral de la persona humana”; en este sentido, la ESI forma parte esencial de este desarrollo, ya que está relacionada como la identidad de la persona, sus relaciones personales, y el cuestionamiento de la sociedad en la que vive.

Como hemos visto, tanto en el ámbito internacional como en el nacional, un tema que es de relevancia para alcanzar el pleno reconocimiento de los derechos sexuales y reproductivos es la educación sexual integral que deben recibir los adolescentes en sus centros educativos, ya que esto evita los riesgos de violencia en la pareja, embarazos no deseados, enfermedades de transmisión sexual, objetivización sexual de la mujer y, específicamente, la violencia sexual como veremos en el siguiente apartado.

PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO

La ESI promueve el pensamiento crítico de los estudiantes sobre su sexualidad, es decir, nos invita a interpelarnos y repensar nuestras actitudes. Es así que abarca temáticas como las relaciones interpersonales y no solo se limita al sexo biológico. Sus objetivos pasan por reconocer nuestras emociones, respetarnos entre pares, comprender nuestros cambios físicos y psicólogicos, conocer de los métodos anticonceptivos y las enfermedades de transmisión sexual, entre otros. Como finalidad y para que sea integral, debe brindar las bases necesarias en relación a la sexualidad para que cada persona desarrolle su proyecto de vida.

A partir de este programa integral, se podrían prevenir futuros criminales y víctimas, ya que la etapa formativa de estos, como en el de todas las personas, se da en la infancia y adolescencia siendo uno de los factores más influyentes sus círculos sociales primarios como la escuela.

Para el caso de las víctimas, si desde el inicio de la etapa escolar, se enseñara a los niños y adolescentes en distintas fases a reconocer que tienen derechos sexuales y reproductivos, lo cual comprende su libertad de decidir sobre su propio cuerpo en el ámbito sexual y reproductivo sin coerción y violencia[4], sabrían identificar cuándo un adulto o compañero los coacciona, por ejemplo, para tocarlos sin su autorización. Asimismo, verían al colegio como un espacio de apoyo y soporte cuando vean indicios o sufran algún tipo de violencia, lo cual les daría seguridad para comentarlo al no ser un tema tabú en su institución. O, como en el caso de Jimena, identificarían cuándo un adulto los quiere ayudar con otras intenciones y, en realidad, pretende engañarlos.

Para el caso de los futuros criminales, en su etapa formativa escolar, si se les enseña las bases del respeto al otro y al autocuestionamiento de sus sentimientos, no asimiliarían como normales conductas que usualmente observan en casa como violencia doméstica. La violación no es un acto sexual, es una agresión que pasa por considerar al otro como un objeto y, en el caso de los hombres, son educados por la sociedad con un modelo machista y predominante en su cultura. Asimismo y siguiendo a la profesora turca Sahika Yuksel, los hombres que han visto actos de violencia contra sus madres tienden a ser agresivos en sus futuras relaciones[5].

RESULTADOS POSITIVOS DE LA IMPLEMENTACIÓN DE LA ESI

En el informe Evidencias, lecciones y prácticas para comprender la educación integral en sexualidad[6] publicado por la UNESCO en el año 250, demuestra que la implementación de la ESI en 48 países, incluyendo el Perú ha tenido un impacto positivos en la salud sexual de los niños y adolescentes. En este sentido, se aplazó el inicio de su vida sexual, se redujo las tasas de embarazo, brechas de género e índices de violencia. Un claro ejemplo de ello es la reducción de embarazos en el Reino Unido, específicamente en Inglaterra y Gales; y en Estonia el análisis costo-beneficio dio positivo al prevenir embarazos adolescentes no deseados como enfermedades de trasmisión sexual. Asimismo, se establecieron las bases en países como Zambia para la futura implementación de un nuevo sistema de ESI.

En nuestro país, se han llevado a cabo iniciativas particulares como las que realizó la ONG Manuela Ramos en la institución educativa El Nazareno de San Juan de Miraflores donde había una alta deserción escolar por los embarazos adolescentes. Esta realidad no solo se logró revertir sino que también se empoderó a los estudiantes.

Particularmente, en el año 2017 junto con un grupo de 10 estudiantes de la PUCP ganamos el X Concurso de Ciudadanía y Responsabilidad Social, con el cual la universidad nos financió el proyecto de educación sexual “Sin Tabúes: Reflexionando sobre nuestra sexual”. Este se ejecutó en el segundo grado de secundaria del colegio Manuel Gonzales Prada de Villa el Salvador y tuvo resultados muy alentadores. Cabe destacar que contamos con la asesoría de la psicóloga Mariela Tavera así como el apoyo institucional de la DARS y de OPROSAC.

Desde el inicio del proyecto hasta su ejecución, estuvimos un año 10 estudiantes conversando e interactuando con aproximadamente 180 adolescentes, pese al esfuerzo que esto implicó entre organizarnos semana a semana, llegar a un distrito lejano para muchos de nosotros y tocar un tema que sigue siendo un tabú, los resultados fueron gratificantes. Los adolescentes aumentaron su confianza con sus compañeros, mostraron niveles menores de agresividad, demostraban empatía por el otro y nunca olvidaremos que nos dijeron que habíamos creado un espacio que no tenían en sus hogares. Incluso, lograron comunicarse abiertamente con nosotros, lo cual nos llevó a identificar, notificar y denunciar con apoyo del colegio casos de violencia sexual. “Sin tabúes” fue una iniciativa estudiantil que nació a raíz de Ni Una Menos y las ganas de un grupo de 10 estudiantes que quisieron contribuir desde su posición para cambiar esta realidad. Esperemos que no solo sea una iniciativa sino una política de Estado, que a diferencia del currículo actual donde solo es parte de un curso de tutoría que va con otros temas, se le brinde un espacio adecuado y prudente. Es el momento de volver a poner el tema en debate y somos nosotros, como sociedad civil, quienes podemos ponerlo nuevamente en la mesa.

 


[1] Informe de la OMS y OPS http://apps.who.int/iris/bitstream/10665/98821/1/WHO_RHR_12.37_spa.pdf?ua=1

[2] Informe del Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la educación: Educación sexual

http://www.right-to-education.org/sites/right-to-education.org/files/resource-attachments/UNSR_Educaci%C3%B3n_Sexual_2010_ES.pdf

[3] Conferencia Mundial sobre Población y Desarrollo

https://www.unfpa.org/sites/default/files/event-pdf/icpd_spa_2.pdf

[4] Consideraciones de los informes presentados por los Estados partes según los artículos 16 y 17 del Pacto. Ginebra

[5]Entrevista de la BBC a la profesora turca Sahika Yuksel

http://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/02/150217_por_que_violan_hombres_turquia_entrevista_gch_ac

[6]Informe de la Unesco sobre las evidencias positivas de la Educación Sexual Integral http://www.unesco.org/fileadmin/MULTIMEDIA/FIELD/Santiago/pdf/educacion-integral-sexualidad.pdf

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