Por Yhasira Fabián, estudiante de la facultad de Derecho de la PUCP e integrante del consejo editorial de Enfoque Derecho

Actualmente, Hong Kong es una de las regiones más prósperas de Asia, que cuenta con un sistema político, económico y jurídico propio, pero que ha florecido bajo la sombra de China. No obstante, en los últimos meses del presente año, Hong Kong ha sido el centro de atención de la comunidad internacional, debido a las protestas lideradas por la población civil junto a un gran número de empresas y comercios, y a la represión con la que las autoridades de tal región han respondido.

En una situación como esta es necesario comprender cómo es que estas protestas surgieron. En 1842, al finalizar la Primera Guerra del Opio, China cedió Hong Kong de manera indefinida a Reino Unido, mediante el Tratado de Nanking. Posteriormente, tras la Segundado Guerra del Opio, mediante la Convención de Pekín de 1860, China y Reino Unido acordaron el arrendamiento por el plazo de 99 años, de parte de la península de Kowloon y la isla de Stonecutters, las cuales fueron anexadas a Hong Kong y contribuyeron así a su crecimiento. Próximo al vencimiento del plazo pactado, en 1984, China y Reino Unido celebraron, en Pekín, la Declaración Conjunta, en la que se fijaron las condiciones en las que Hong Kong volvería al dominio chino una vez que concluyera el plazo de la Convención de Pekín. En este tratado, firmado por Zhao Ziyang y Margaret Thatcher, bajo el principio “un país, dos sistemas”[1], China se comprometió a respetar el sistema económico capitalista y el sistema político democrático de Hong Kong por 50 años; es decir, hasta el 2047, año a partir del cual Hong Kong se acoplaría al modelo socialista chino.

Sin embargo, al ambiente político que vive hoy Hong Kong, tiene como precedente una serie de eventos que lo llevó hasta el estado en el que actualmente se encuentra: la desaparición de cinco personas relacionadas a la editorial Mighty Current, famosa por vender libros sobre política prohibidos en China, en el mercado hongkonés[2], la revolución de los paraguas y el encarcelamiento de sus líderes[3], y el veto a dos diputados independentistas de Hong Kong[4]. El detonante del rechazo al creciente control y censura de China encontró su detonante en la propuesta del gobierno de Hong Kong de una ley de extradición, la cual fue recientemente retirada debido a las protestas de la población y que pretendía permitir la extradición a todas las jurisdicciones con las que Hong Kong no tenga un acuerdo bilateral.

De acuerdo a las autoridades que se encontraban a favor de esta polémica propuesta, esta lograría llenar un vacío legal y evitar que Hong Kong se convierta en un refugio para criminales. Ello, luego de que, en febrero de 2018, el gobierno de Hong Kong no pudiera extraditar a un joven hongkonés, quien había asesinado a su pareja en Taiwán, debido a que no existía acuerdo al respecto. En ese sentido, el proyecto de ley buscaba introducir una enmienda a la Ordenanza sobre Delincuentes Fugitivos, la cual le permite a Hong Kong celebrar tratados de extradición con otros 20 países y realizar acuerdos ‘ad hoc’ sujetos a control legislativo, pero excluye expresamente a Taiwán, China continental y Macao de la aplicación de esta norma. Por ello, con tal enmienda, se buscaba que el gobierno adopte acuerdos ‘ad hoc’ con cualquier jurisdicción, con la que no haya suscrito un acuerdo de extradición, así como eliminar el control por parte del Consejo Legislativo debido a que el proceso de extradición podría extenderse demasiado. De manera que los críticos de tal proyecto denunciaron un mayor deterioro de la autonomía de Hong Kong, pues pondría en inminente peligro a opositores y críticos de China y sus políticas.

En ese contexto, miles de personas protestaron en las calles con la finalidad de defender los derechos de los que gozan en Hong Kong, los cuales no existen en China. Pero, ¿cómo fue eso posible si Hong Kong es una región administrativa especial china? Por un lado, debido a que la Convención de Pekín permitió que Hong Kong conservara su modelo económico y político, y, con ello, también su sistema jurídico influenciado por Reino Unido, el cual reconoce una serie de derechos y libertades, tales como el derecho a la libertad de expresión y de reunión, prácticamente inexistente en China. Por otro lado, al ser una región administrativa especial, Hong Kong tiene un representante ejecutivo y sus propias leyes orgánicas, y goza de un mayor grado de autonomía.  A pesar de lo anterior, es necesario recordar que esta posición de Hong Kong es solo temporal, puesto que, en la Convención de Pekín, China y Reino Unido pactaron que luego de 50 años desde la fecha de celebración del tratado, Hong Kong debía adoptar el modelo socialista chino. Al respecto, China ha mostrado una evolución que no hace más que confirmar los miedos de los críticos al proyecto de ley de extradición, puesto que, con el tiempo, el gobierno chino ha ido interpretando los términos del mencionado convenio, hasta llegar a la conclusión de que ya tiene poder absoluto sobre Hong Kong. Empero, el tiempo que nada perdona, ha despertado en tal región el deseo de mayor autonomía y movilizado a su gente en una lucha por mantener sus derechos y libertades, que, a estas alturas del partido, no deberían ser puestas en cuestión.


[1] http://www.scio.gov.cn/zfbps/ndhf/2014/Document/1373163/1373163.htm

[2] https://elpais.com/internacional/2016/01/02/actualidad/1451743372_347043.html

[3] https://www.lavanguardia.com/internacional/20190409/461556336521/culpables-lideres-activistas-revolucion-paraguas-hong-kong.html

[4] https://www.elmundo.es/internacional/2016/11/07/58202efc22601d61148b460a.html

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