Por Aixa Cristóval, estudiante en la Facultad de Derecho de la PUCP e integrante de la comisión de Desarrollo Social de Themis, Khuska.

Uno de los problemas que ha sido puesto en discusión estas últimas semanas, se refiere a la poca o nula cultura lectora en nuestro país. Según un informe del 2012 del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (Cerlac), los peruanos leen menos de un libro al año [1]; y -vale decir- que esta problemática no sólo no ha cambiado, sino que ha sido una constante desde hace años.

El 11 de octubre de 2003, se publicó la Ley Nº 28086 – Ley de democratización del libro y de fomento de la lectura (en adelante, Ley del Libro), que tuvo como objetivo central el visibilizar y crear conciencia del valor y función del libro como herramienta fundamental del desarrollo integral de la persona. En esa línea, se trataron de materializar todos los beneficios que trae consigo la lectura, como la transmisión de conocimiento, difusión cultural, incentivos de investigación y demás; a través de medidas que involucraban a la industria editorial [2].

Para comprender mejor los alcances y retos que giran en torno a esta ley, este artículo tiene el fin de abordar la importancia de dar beneficios a la industria editorial y sus impactos en la sociedad peruana, y el porqué el Estado debería implementar medidas paralelas sobre fomento de la lectura.

La industria editorial es aquella relacionada a la producción y difusión de todo tipo de libros (literarios, enciclopédicos, de entretenimiento, informativos, etc.) y forma parte de los sectores tradicionales de las industrias culturales [3]. Asimismo, esta tiene la cualidad de generar externalidades positivas, en tanto tiene un impacto positivo en la educación y en el desarrollo.

Según un estudio realizado por el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico en 2015 sobre la ley del libro, el mercado de producción editorial peruano tuvo un importante crecimiento entre los años 2000 a 2012. Lo que permite notar el impacto positivo de la Ley del Libro en este mercado, donde los efectos en términos de producto, empleo y reducción de la informalidad visibilizan el gran potencial que tiene esta industria en la economía peruana. En adición a ello, en el año 2013, la oferta de libros que comprende la producción nacional y las exportaciones ascendió a 407 millones, lo que representó un crecimiento de seis veces más del monto de la oferta en el año 2003. Además, ese mismo año se pudo constatar que la demanda de libros tuvo un crecimiento nacional de un 5% y de las exportaciones en un 8%, respecto al año 2003. Por otro lado, según este mismo estudio, entre 2003 y 2013, se calcula que la producción de publicaciones peruanas y afines se incrementó en más de 200%. Empero, el ritmo de crecimiento de la industria se desaceleró a partir de 2008 [4].

En ese sentido, se puede dar una conclusión positiva respecto a los principales objetivos de la Ley del Libro, tales como crear las condiciones esenciales para que en el país se desarrolle una industria editorial, garantizar la libre circulación del libro y de los productos editoriales afines, promover la difusión de estos dentro y fuera del territorio nacional, y fomentar la creación de productos editoriales producidos y/o editados en el país. Sin embargo, aunque se haya podido ver una diferencia respecto a la situación del 2003, los demás objetivos de esta ley como el de democratizar el acceso al libro y fomentar el hábito de la lectura, están -aún- sin cumplirse [5].

Ahora, es indiscutible que la importancia de brindar diversos beneficios a la industria editorial, tales como un paquete de incentivos tributarios -como la exoneración del IGV- traen consigo el efecto esperado de crecimiento de la industria que repercute positivamente en la sociedad. Tal es el caso de los libros escolares, en tanto la oferta editorial se encuentra concentrada en textos educativos y literatura, lo cual no solo es una señal de que tiene que existir una diversificación de la industria, sino que la Ley del Libro permite que las familias puedan adquirir libros de educación básica a un precio más accesible en comparativa a un escenario sin esta ley.

La importancia de ello es fundamental en un país donde el acceso a una educación de calidad se ve limitada por factores económicos que perjudican a los menores. En adición a ello, en un país donde se considera que la educación es un vehículo de movilidad y desarrollo social, se tiene que tener en cuenta que en este pequeño mercado de los libros educativos, estos vendrían a ser bienes de demanda inelástica, porque las familias no podrían prescindir de ellos porque no hay sustitutos, sin importar la variación del precio, el consumo se mantendría constante. Así, se manifiesta la imperiosa necesidad de mantener este beneficio de la ley del libro. En relación a ello, José Carlos Alvariño, presidente de la Cámara Peruana del Libro (CPL), mencionó -antes de la prórroga de la ley- que de no aprobarse la Nueva Ley del Libro, los precios de los textos a nivel nacional subirán en 18%, de forma inmediata. Lo que dificultaría el acceso a los textos escolares que compran los padres de familia [6].

En adición a lo mencionado, se puede notar que hoy por hoy -gracias a la prórroga- muchas familias podrán verse no afectadas por un eventual aumento en el precio del libro, empero el impacto que esta medida tiene en la educación en sí misma es cuestionable. Como se mencionó anteriormente, uno de los objetivos aún no logrados de la Ley del Libro es generar incentivos para fomentar el hábito de la lectura y democratizar el acceso al libro, lo que sí tendría un efecto positivo en la educación. Según Leandro Molina, los hábitos de lectura son importantes porque la lectura tiene una incidencia determinante en el rendimiento intelectual del alumno, en sus capacidades de comprensión y expresión y en la asimilación de conocimientos [7]. Por lo que, los beneficios en la educación se materializarían a través del hábito de la lectura en el estudiante.

Ahora, este problema con el cumplimiento de todos los objetivos de esta ley es relevante en la medida que el sólo fomentar y promover la industria editorial en sí misma no ha conseguido que más peruanos puedan ver incentivado su hábito lector [8].

En relación a ello, coincido con lo planteado por el sociólogo Santiago Alfaro, cuando mencionó que las exoneraciones son una política de promoción industrial, mas no de fomento de la lectura. Ello porque el principal responsable de realizar actividades que puedan fomentar la lectura e implementar políticas públicas en relación a ello, es el Estado. Sin un adecuado plan de incentivos de fomento de la lectura, los impactos positivos de los beneficios que tiene la industria editorial seguirán, mas no habrá un cambio real en el nivel educativo relacionado a la cultura lectora peruana, que es de las más bajas en Latinoamérica [9].

Hace unas semanas, a través del Decreto de Urgencia N° 003-201 el Poder Ejecutivo prorrogó por el plazo de un año la exoneración del IGV a la importación y/o venta en el país de los libros y productos editoriales, así como el extender hasta el 11 de octubre del 2020 el beneficio para los editores de libros cuyos ingresos netos anuales sean hasta 150 Unidades Impositivas Tributarias (UIT), respecto al reintegro tributario del IGV de la ley del libro. Y, lo más importante de resaltar, es que este decreto de urgencia también indica que al Ministerio de Cultura se le asignará anualmente un monto de S/.16 millones para el financiamiento de actividades vinculadas al fomento de la lectura y el libro [10]. Una medida de suma importancia si lo que se busca también es cambiar los hábitos de lectura.

Finalmente, a raíz de este análisis de la Ley del Libro y de la importancia de la industria editorial, así como de las medidas paralelas para fomentar la lectura, se puede concluir que es imprescindible ver a la educación como un eje central en la medición de la efectividad de esta ley. En relación a ello, es necesario saludar la iniciativa del Ejecutivo, ya que no solo ha tomado la decisión de prorrogar lo dispuesto por la Ley del Libro -lo que conlleva a mantener todos los impactos positivos de ella-, sino que ha buscado atender el problema de hábitos de lectura al haber destinado presupuesto para ello. Por lo que, se espera que en un futuro no muy lejano, se puedan ver resultados favorables y una mejora en la cultura lectora de los peruanos.


[1] https://rpp.pe/lima/actualidad/peru-uno-de-los-paises-que-menos-lee-libros-en-america-latina-noticia-474858?ref=rpp

[2] https://www.bnp.gob.pe/documentos/proyecto_editorial/Ley-n-28086.pdf

[3] https://infolibros.cpl.org.pe/evaluacion-economica-del-proyecto-de-ley-de-fomento/

[4] https://infolibros.cpl.org.pe/evaluacion-economica-del-proyecto-de-ley-de-fomento/

[5] https://infolibros.cpl.org.pe/evaluacion-economica-del-proyecto-de-ley-de-fomento/

[6] https://rpp.pe/cultura/literatura/ley-del-libro-cuanto-mas-costara-leer-en-el-peru-noticia-1223567?ref=rpp

[7] https://revista.uclm.es/index.php/ocnos/article/view/ocnos_2006.02.07/203

[8] https://www.bnp.gob.pe/documentos/proyecto_editorial/Ley-n-28086.pdf

[9] https://rpp.pe/lima/actualidad/peru-uno-de-los-paises-que-menos-lee-libros-en-america-latina-noticia-474858?ref=rpp

[10] https://rpp.pe/economia/economia/ley-del-libro-gobierno-amplio-por-un-ano-mas-la-exoneracion-del-pago-de-igv-a-libros-noticia-1224021?ref=rpp

Fuente de la imagen: Producción Nacional

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