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Esta madrugada, tras dos semanas de intenso trabajo, se cerró finalmente la Conferencia de las Partes, mejor conocida como COP20, tras la firma de un acuerdo de mínimos que servirá como "borrador" para el acuerdo que se firmará al próximo año en la COP21 en París y que remplazará al Protocolo de Kyoto de 1997. El evento tuvo como sede la ciudad de Lima y contó con la participación de los delegados de 194 países que son parte de la Convención Macro de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que busca discutir las políticas para el cuidado del medio ambiente y reducir la emisión de gases de efecto invernadero. En este marco, y a pesar de que nuestro país ha jugado un rol protagónico al ser anfitrión de este evento, han aparecido a lo largo de estos días diversas críticas que acusan al Estado de no ser coherente con sus políticas internas y los compromisos asumidos en el ámbito internacional. Por ello, para finalizar nuestra Semana Temática, el presente editorial abordará y analizará el actuar de nuestro gobierno en las políticas internas y sus incoherencias en la realización de políticas ambientales.
El Perú es uno de los países con mayor riqueza ecológica y diversidad climática en el mundo, en el que coexisten una múltiple variedad de ecosistemas, que proporcionan bienes y servicios esenciales para la vida[2]. Sin embargo, este maravilloso panorama se ve afectado por la presencia de un mal latente: el cambio climático. De hecho, el Perú es uno de los 8 países más vulnerables frente a este fenómeno.
MG: ¿Cómo logramos que las investigaciones realizadas por la comunidad académica y científica de nuestro país tengan una mayor presencia en la generación de políticas públicas y que, así también, contribuyan al desarrollo de la agenda climática interna? AS: Es una difícil tarea. En realidad una de las formas principales es a través de las publicaciones, de los artículos científicos, los libros, las conferencias. Pero también a través del dialogo con la política, a través de agendas de investigación y mediante la inclusión de la clase política dentro de la discusión académica.
La vigésima Conferencia de las Partes (COP 20) sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas celebrada en Lima ha concitado la atención del mundo entero. Su objetivo es lograr acuerdos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), que producen el calentamiento global. No cabe duda que los esfuerzos por mitigar las consecuencias del cambio climático marcan la agenda internacional. La COP 20 es organizada por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (UNFCCC, por sus siglas en inglés) mediante la cual la comunidad internacional busca hacer frente a esta problemática.
Que el cambio climático es una realidad, que a estas alturas resulta imposible negarlo y que nos afecta a todos. Por lo tanto, todos tenemos que ser conscientes y asumir un compromiso para ayudar en todo lo que podamos. Por ahí parte el cambio que queremos lograr. Considero que lo más importante es que la gente esté informada y que aprenda. El Encuentro está organizado para que la información sea transmitida de manera interactiva y lúdica. Queremos que la gente se sienta parte de este gran evento, que no se sienta aislada o separada por el hecho de no entrar a los plenos por no estar acreditados.
La denominada “COP 20” en realidad se refiere a la Vigésima Reunión de la Conferencia de las de las Partes (COP) – de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Modernamente, los Convenios o Tratados Internacionales utilizan el mecanismo de la COP para referirse a las reuniones ordinarias o extraordinarias que llevan a cabo los Estados que los han suscrito. Cabe señalar que también existen COP respecto a los Protocolos, que son compromisos internacionales que se desprenden o derivan de aquellos Tratados o Convenios. En este caso, a la par que en Lima, se desarrolla del 1 al 12 de diciembre la COP20 del CMNUCC; se realiza la COP10 del Protocolo de Kioto, denominada CMP 10.
El pasado jueves, en París, el Comité para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a la festividad de la Virgen de la Candelaria, celebrada el mes de febrero en la ciudad de Puno, como Patrimonio Cultural Inmaterial. En razón a ello, en el presente editorial, se hará un breve recuento de los antecedentes de la declaratoria, las características que hacen especial a esta festividad y las implicancias que conlleva la decisión de la Unesco. El expediente de postulación, elaborado por un comité multisectorial que se encargó de resaltar el valor histórico y cultural de la festividad así como de diseñar un plan de salvaguardia de la misma, fue entregado por nuestro país a la Unesco en el 2013. Pese a que la candidatura de Perú estaba dirigida a conseguir el reconocimiento internacional de la fiesta y no la exclusividad de la misma, esta originó el reclamo del gobierno boliviano que consideró que nuestro país pretendía registrar como Patrimonio Cultural Inmaterial una festividad basada en danzas tradicionales bolivianas. Sin embargo, el reclamo llegó a su fin cuando ambos países suscribieron una declaración en la que las danzas, músicas y vestuarios del pueblo de Puno son acompañados por las danzas, música y vestuarios del pueblo de Bolivia.
El reciente rescate -Operación Espíritu de Libertad- en nuestro país por parte de la institución británica Animal Defenders International, junto con las autoridades peruanas de tres leones en cautiverio en circos en Cusco que estaban sometidos a maltrato[1], nos conduce a la elaboración del presente artículo.
La preocupación por el maltrato animal aparentemente se muestra como un interés humano relativamente reciente, sin embargo, dependiendo de la perspectiva cultural e histórica se puede inscribir en una trama de larga –o larguísima- duración, aplicando categorías de Braudel. Previamente es menester no confundir de una parte, aquella antigua pauta cultural, esto es la del sacrificio animal, sus expresiones en el Derecho Sacrificial y sus correspondientes criterios normativos, vigentes hasta el día de hoy -e insuflados conceptualmente por enfoques bienestaristas[1]- y de la otra, las prácticas modernas del denominado maltrato animal.
En estas últimas semanas, las redes sociales de nuestro país han sido agitadas por graves noticias relacionadas al maltrato animal. Así, en los primeros días de febrero se difundió un video en Youtube en el que aparece un joven ahorcando a un pequeño gato y se burla de este acto. Diversos grupos de activistas lograron identificar al responsable y organizaron una manifestación frente a su casa, lo que motivó que el padre del “gaticida” reconociera que fue él quien subió el video a Internet para demostrar cuánto afectan los problemas familiares a los adolescentes. Al poco tiempo, su abogado no sólo justificó su conducta y reprochó la agresión sufrida (golpe en la cabeza con un megáfono) sino que además comparó la actuación de los defensores de los animales con una supuesta frase de Hitler: “Cuanto más amo a mis animales (…) más odio a los seres humanos”. Lamentablemente, el letrado varió la frase pues ésta fue acuñada por el filósofo griego Diógenes de Sinope: “Mientras más conozco a la gente, más quiero a mi perro”.

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