Por Manuel Ferreyros. Estudiante de Derecho de la PUCP, miembro de THEMIS y del Consejo Editorial de Enfoque Derecho.

El desarrollo que tuvo la informática en las últimas dos décadas significó el nacimiento del espacio virtual conocido ampliamente como Internet. Este, en resumidas cuentas, es una trama de comunicaciones sumamente extensa entre redes de computadoras alrededor del mundo, a través de la cual se transmite información a gran escala. Internet no está localizado en ningún punto geográfico, ni contenido en una gran central de computadoras; es una trama de conexiones entre usuarios del planeta a través de aparatos electrónicos. No está administrada centralmente por ningún país, compañía u organización. No le pertenece a nadie, porque le pertenece a todos.

Con el pasar del tiempo se ha vuelto cada vez más algo mayor que simplemente una red de información. Internet se ha transformado en un verdadero espacio, si bien virtual: el ciberespacio, un lugar al que los individuos pueden acceder e interactuar con cualquier otra persona también conectada y relacionarse de casi cualquier forma. En Internet se comparten archivos de cualquier clase, se realizan discusiones diversas y entre todo tipo de personas, se fundan negocios y se organizan personas en grupos para cualquier fin, sea desarrollo académico o diversión a través de juegos on-line. El ciberespacio, en paralelo y casi separadamente del mundo material, se ha vuelto un mundo en sí mismo donde las personas existen y se relacionan independientemente del ‘real’.

Hoy se han formado verdaderas sociedades basadas enteramente en Internet, con culturas propias y subculturas asociadas a ellas, e incluso sitios web alrededor de los cuales estas se basan. Algunas de estas son sitios como 4chan.org, donde la comunidad de usuarios tiene formas de lenguaje, símbolos, costumbres y hasta bromas internas características y marcadas. Salvo la interacción física, las interacciones en espacios como este pueden cumplir muchas de las características que configuran grupos sociales propiamente entendidos.

Quizá la característica que más defina a Internet sea el anonimato que este permite a sus usuarios. En el mundo las personas tienen inevitablemente caras y voces; en Internet la gente es casi siempre anónima –sin rostro, identificación, lugar o voz individual más que una dirección IP.

Es a partir de esto que ha surgido el grupo Anonymous (palabra del inglés para “anónimo”). Este es un colectivo de personas compuesto a través de Internet y unificado por algunas ideas compartidas, que se rige en anonimidad total y sin liderazgo definido. Esencialmente, es un grupo anárquico de personas que parece organizarse espontáneamente y actuar con algún grado de colectividad, que incluye a todas las personas que en él decidan participar. Es un grupo fundamentalmente libre de restricciones.

Originalmente el grupo solo tenía funciones de entretenimiento –por ejemplo, hacer bromas colectivas en espacios virtuales–. Sin embargo, alrededor del año 2008 el grupo comenzó a vincularse cada vez más con acciones hacktivismo y protesta. Anonymous ha confrontado a grupos como la diminuta Iglesia Bautista de Westboro (conocida por sus infames declaraciones públicas y manifestaciones contra la homosexualidad, entre otras cosas) hasta otros como la Iglesia de la Cienciología, la corporación Sony, HBGary Federal –la compañía de seguridad informática que provee al gobierno de los Estados Unidos– y varios gobiernos soberanos.

Un ejemplo de una manifestación importante atribuida a Anonymous es el que fue bautizado como Project Chanology, que es un movimiento contra la mencionada Iglesia de la Cienciología. El movimiento surgió luego de que esta tomara vías legales para remover contenido que había sido filtrado al Internet. Personas que declararon ser miembros de Anonymous publicaron un video en la Red declarando que consideraban las acciones de la iglesia como una forma de censura, y le declaraban la guerra en nombre de Anonymous. A partir de ese momento se lanzó una serie de ataques contra ella tanto por medios ilegales, como el sabotaje de sus redes informáticas, como luego legales, como marchas abiertas en petición al gobierno estadounidense a que revise el estado de la iglesia en cuanto a excepción de impuestos.

En el 2010, deshabilitó la red de Playstation y atacó páginas web de la corporación Sony en protesta por la imposición de restricciones de software sobre los usuarios de sus productos y las acciones tomadas contra los que traspasaban estas restricciones. Más adelante, lanzó ataques exitosos contra Amazon, PayPal, Visa y Mastercard por actuar contra WikiLeaks, movimiento con el que Anonymous colabora activamente, abanderándose por la defensa de la libertad de expresión y en combate contra la corrupción. Tras el arresto de su fundador, Julian Assange, se realizaron ataques contra organizaciones estatales suecas.

Las implicaciones de las acciones de este grupo son grandes. En primer lugar, demuestran que el Internet no es un lugar donde la jurisdicción estatal tenga mucho vigor. Si bien varios arrestos y muchas investigaciones se han realizado al respecto, el hecho de que Anonymous haya en repetidas ocasiones atacado y afectado gravemente grupos económicos y políticos tan grandes a través de las páginas o servicios web de éstos, muestra que el Internet no puede entenderse como un espacio de jurisdicción sobre el que se puede regular e imponer la ley como en cualquier otro espacio.

Internet no está regido por ningún Estado o ningún grupo, es un gran territorio anárquico. Gobiernos tomarán inevitablemente acciones legales contra los hackers que participen en acciones como estas. Y deberían hacerlo: la justicia no debe ser tomada por las propias manos, y los peligros de un grupo que realiza vigilantismo, que se rija solo por sus propias normas establecidas por consenso y en anarquía, e individuos que actúen contra grupos como los mencionados en defensa de ideales personales, son grandes. Internet, considerado como territorio virtual, ha demostrado ser la única gran anarquía política, sin gobiernos, sin barreras o fronteras y sin ley propia. Quizá sea por esto que los peligros vinculados a Internet vayan en aumento. Es un espacio separado del material donde no hay poder soberano que gobierne y donde pareciera que los hackers más hábiles están casi por encima de cualquier justicia nacional o internacional.

Anonymous, finalmente, no es una organización real y concreta a la que se pueda atribuir responsabilidad, a pesar de que se cree que los autores detrás de los crímenes virtuales mismos son colectivos pequeños de hackers. Difícilmente podrá acusarse a alguien por pertenecer a Anonymous como organización criminal o terrorista, porque no lo es realmente. Más que una agrupación, Anonymous es un fenómeno cultural que se manifiesta en Internet como una identidad colectiva. Basta con desearlo y actuar en anonimidad para ser parte de él, y la responsabilidad que se ha atribuido al grupo es en realidad de individuos bajo el manto de ese nombre. Anonymous no es una célula de criminales, activistas o justicieros; es el nombre de la colectividad anónima de Internet que está más allá de la identificación.

Los límites de la ética y la justicia en relación al valor de Anonymous son borrosos. Por un lado, es muy cuestionable que los individuos actúen por cuenta propia en defensa de lo que ellos sostienen como ideales. Internautas anónimos (si bien no se identificaron con el nombre de este grupo) también han realizado actos de vandalismo virtual para fines cómicos, pero algunos han sido más que controvertidos: en el 2008 la página web de la Epilepsy Foundation of America fue hackeada, y se colocaron varias imágenes con luces fuertes e intermitentes como una broma vandálica para producir ataques epilépticos en personas susceptibles. Sus acciones en defensa de causas como la libertad de expresión y las libertades políticas muchas veces quedan en una zona gris, como las relacionadas a la propiedad intelectual y el activismo en contra de los copyrights restrictivos.

Por otro lado, como ya hemos visto, Anonymous ha sido responsable de muchas acciones que pueden definirlo como una fuerza de bien. Finalmente, la justicia (en sentido abstracto) no es algo que se restrinja a las cortes judiciales. Durante la ola de protestas en el Medio Oriente, las medidas de represión por los estados de países como Túnez, Egipto, Libia, entre otros, fueron enfrentadas duramente por Anonymous, mediante ataques virtuales contra las páginas web y la publicación de usuarios y contraseñas de los correos electrónicos de oficiales del gobierno, en defensa de las protestas contra el control de la circulación de información, y la dictadura u opresión de los gobiernos. En diciembre del 2007 Chris Forcand fue arrestado y procesado en Canadá por alegatos de depredación sexual vía Internet por cargos de pedofilia y otros tales como llevar armas ocultas, gracias a que un grupo de “ciber-vigilantes” lo encontrara en Internet buscando menores, lo investigara y luego denunciara a las autoridades.

La cuestión ética –y luego legal– en torno a esto se torna muy complicada. Por un lado, los medios que Anonymous ha tomado en defensa de los ideales que sostiene, como la violación de la seguridad de páginas web, a menudo son bastante cuestionables. Esto se agrava si se considera que es muy riesgoso y hasta quizá inadmisible que las personas sean las que decidan qué es justo y qué debe ser combatido según sus propios criterios, y además impartan justicia por mano propia,. Por otro, Anonymous (más allá de que es posible que sean algunos hackers destacados los autores de los ataques) ha resultado ser una fuerza importante en defensa de los individuos según valores casi indiscutibles en abstracto, como las libertades de expresión e información, y las causas por las que ha luchado han sido más de una vez claramente justas. Qué tanto es permisible que la libertad de los individuos atente contra la libertad ajena tomando acciones como esta, incluso por causas tan fundamentales como el mismo respeto a la libertad individual, es dudoso, y no es algo que pretenda solucionar en este artículo.

Más allá de todo esto, se hace patente la importancia que tiene el espacio virtual en el mundo social y político actual. Anonymous es un grupo que representa tanto a gente común como a hackers. Las ideas del grupo son las ideas de la gente que lo conforma. Algunos considerarán el Internet como la única verdadera democracia, donde cada uno tiene una voz y es libre de participar como le parezca. Otros dirán que es una anarquía donde algunos tienen poder de trasgredir los límites y las leyes. La verdad es que Internet se perfila como un poco de ambos: tierra de nadie y tierra de todos, donde uno tiene libertad para actuar y para expresar hasta lo casi inadmisible, como no se tiene en ningún lugar del mundo. Lo que todo esto implique en lo social y lo político todavía no es certero.

Sin embargo, lo que sí queda claro es que de una forma u otra, Anonymous no es nada más que una identidad formada por la voluntad de sus miembros. Lo que pueda atribuírsele en ocasiones particulares puede imputarse a individuos, pero la identidad colectiva de Anonymous es solo la de sus integrantes. Es el reflejo de la identidad colectiva del grupo de internautas anónimos que se declara parte de él, de una “nación” de participantes demasiado oscura como para ser realmente conocida.

“We are Anonymous.
We are Legion.
We do not forgive.
We do not forget.
Expect us.”

1 COMENTARIO

  1. Interesante el enfoque, aunque siempre el problema del espacio – lineas – no permita la acuosidad de tan vasta relacion. Dos de los conceptos: anonimidad – anonimizacion y pseudonimizacion – y el tema de las redes – tipo de obra generada y su proteccion, ademas del tema de la proteccion de los datos personales, hay suficiente material para llenar bibliotecas enteras.
    Cordialmente
    Montpellier, Marzo 2012

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