Publicado originalmente en el diario El Comercio. Todos los derechos del texto reservados. Republicado con permiso del autor.

Imagine que tiene arroz de sobra en su casa y que a su vecino le falta arroz. Si decide venderle el arroz que le sobra ambos salen ganando y el arroz sobrante no se desperdicia. Apuesto que si le cuento que el gobierno ha decidido prohibirle que le venda el arroz sobrante a su vecino, le parecería absurdo e injusto. ¿Por qué prohibir una transacción que beneficia a todos y que evita que un recurso escaso se desperdicie?

Desgraciadamente, si bien eso no sucede con el arroz, sucede con el agua. La ley prohíbe a las personas transferir sus derechos de agua. Por ejemplo, un agricultor que tiene derecho a tomar cierta cantidad de agua de un río, no puede venderle el agua sobrante a su vecino, por más que eso beneficie a ambos y evite que aquella se desperdicie.

Tengo 10 razones por las que deberíamos derogar esa ley y permitir mercados libres de agua.

1. Incentivos para ahorrar: En los países pobres alrededor del 60% del agua usada para irrigación se pierde por evaporación, fugas o manejo ineficiente del recurso. ¿Por qué la gente no se preocupa por ahorrar más agua? Pues porque no tiene incentivos para hacerlo porque no puede vender el agua que no usa.

Si las personas pueden vender el agua que les ha sido asignada tendrán mayores incentivos para invertir en un sistema que les permita ahorrarla, pues podrán obtener una utilidad de la venta del agua sobrante. Así, por ejemplo, evitarán que grifos y tuberías goteen, regarán por aspersión o goteo, o desarrollarán procesos industriales que demanden menos agua.

2. Incentivos para descubrir nuevas fuentes: Hay fuentes de agua cuya ubicación es desconocida. Por ejemplo, las fuentes subterráneas o manantiales aún no descubiertos. Si quien descubre una fuente puede apropiarse de ella y vender el agua, existen incentivos para que los individuos inviertan recursos en localizar estas fuentes. Si se prohíbe su venta, las personas no solo no invertirán en ubicarlas, sino que aquellas que las descubran las explotarán de manera clandestina.

3. Incentivos para construir infraestructura hidráulica: Si los titulares de derechos de agua pudieran venderla, tendrían incentivos para construir canales o tuberías que la lleven a donde se le necesita. Hoy, parte del problema es que en ciertos lugares hay agua pero no existe infraestructura para llevarla a donde escasea porque nadie tiene incentivos para construirla.

4. Precios más bajos de muchos productos: Como cualquier otro bien, el precio del agua aumenta si se vuelve más escasa. Un sistema que genera incentivos para ahorrarla, descubrir nuevas fuentes y hacerla llegar a más lugares reduce su escasez y reducirá también su precio . Además, como el agua es un insumo para la producción del resto de bienes, un sistema como el actual que genera escasez de agua, tiene el efecto de elevar todos los precios de la economía.

5. Mayor acceso y mejores precios para los pobres: Mucha gente cree que un mercado de agua perjudicaría a los más pobres que tendrían que pagar más por agua o que no podrán a acceder a ella. Es al revés. Por ejemplo, hoy en Lima el 30% de la población (justamente los más pobres) se abastece de agua a través de mercados informales, donde el precio del agua es más caro y las condiciones de salubridad bajas. Permitir que quienes hoy tienen derechos de agua puedan venderlos le brindaría a los pobres más opciones para adquirir agua, mejores precios (pues la oferta y la competencia aumentaría) y la opción de comprarle a ofertantes legales, cuyas condiciones de salubridad pueden ser verificadas por las autoridades.

Finalmente, si el gobierno quisiera garantizar el acceso al agua de alguna comunidad muy pobre, podría complementar el sistema mediante un esquema de subsidio a la demanda. Por ejemplo, entregando vouchers o efectivo con los que se pueda pagar a los ofertantes de agua por el servicio.

6. Menos enfermedades: Una de las principales fuentes de enfermedades es el consumo de agua contaminada. Este es un problema frecuente cuando, por la escasez, las personas tienen que almacenar agua en tanques y consumir agua empozada, o comprar a vendedores informales que transportan el agua en camiones o en envases poco higiénicos. Si cualquier vecino de estas zonas pudiera venderles agua o si hubiera más agua disponible, no sería necesario acudir a fuentes contaminadas.

7. Menor degradación ambiental: La escasez de agua producida por el sistema actual genera desertificación y la muerte de muchas especies. Además, empuja a la construcción de represas, que tienen graves efectos ambientales por cambiar drásticamente el ecosistema y por producir gases de efecto invernadero.

8. Más Crédito: Si se pudiera transferir los derechos sobre agua, estos podrían usarse como garantías para acceder a crédito. Esta, además, sería una mejor estrategia de promoción del crédito agrícola que regalarle a los agricultores el dinero de los contribuyentes a través de bancos agrarios que nunca cobran sus préstamos y que solo fomentan la cultura del perro muerto.

9. Mayor recaudación tributaria: Permitir más transacciones significa que se cobrará más impuestos. Estos, de hecho, podrían utilizarse para financiar el esquema de subsidio a la demanda que garantice a los más pobres el acceso a agua. Hoy, esa posibilidad no existe porque no hay transacciones ni rentas provenientes de la venta del agua que gravar.

10. Menos burocracia: Hoy el sistema de asignación de agua depende de una burocracia estatal que asigna los derechos tratando de evaluar el uso más eficiente en cada caso, lo cual no es posible porque ninguna entidad pública tiene información para saber cuáles son todos los usos alternativos de cada unidad marginal de un recurso y cuál es su uso más valioso (es uno de los errores por los que fracasaron las economías comunistas). Si se permitiera la libre venta de agua, ésta llegaría mediante transacciones de mercado a quienes le pueden sacar un mayor provecho económico, pues serían los que estarían dispuestos a pagar más por ella y podríamos destinar los recursos públicos que hoy gastamos en burocracia en alguna finalidad más importante y útil, como por ejemplo, garantizar que los más pobres accedan a ella.

3 COMENTARIOS

  1. De acuerdo con lo sostenido por el autor.

    El problema sería determinar:

    1. ¿Quién será el titular de los derechos sobre el agua.¿El titular sería el Estado?, ¿las municipalidades?, ¿los agentes privados?

    2. ¿Bajo qué modalidad se dispondría de los derechos sobre el agua?, ¿por medio de una concesión?, ¿una venta a futuro?

    Dicho sea de paso, luego de la crisis financiera de hace dos años, muchos municipalidades en los Estados Unidos han buscado cubrir el déficit fiscal que las aqueja con los ingresos que les redituarían eventuales concesiones o ventas de sus sistemas de agua potable y alcantarillado. Esto, obviamente, es un punto que podría servir de desincentivo para políticas fiscales eficientes.

    C.P.

  2. Para precisar el comentario, tan sólo el 10% de la población de Lima, no se encuentra interconectada al sistema de abastecimiento de agua de Lima, Como comentario adicional, para el pobre el costo del agua dentro de su canasta familiar, tiene un mayor peso, pq ellos la compran a precios altos.
    la estructura tarifaria de agua y alcantarillado de sedapal, está clasificada por categoria socioeconómica, lo que queda demostrado que existe un subsidio a la clase social (que no necesariamente son pobres).
    Debemos contemplar los altos costos que significarián abastecer a la población que se encuentra en las alturas de los cerros, le saldría más barato a sedapal, ubicarlos en zonas de fácil acceso al abastecimiento.
    Adicionalmente, no existe una cultura de pago por parte de la población.

  3. Creo que debe informarse más sobre la realidad en el campo antes de escribir sobre ello, asimismo no tiene ni idea o quiere ignorar lo que implica para las comunidades campesinas el agua. Además tiene idea de cuanto el estado subsidia con el dinero de todos a las grandes agroexportadoras??? no sólo se les regala agua, caso Ica con el cultivo de esparragos, existen incentivos tributarios, grandes infraestructuras de trasvase. De acuerdo, en que hay que usar de forma más eficiente el agua pero no estoy en todos los puntos que usted plantea.

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