Por: Jan-David Gelles
Economista. Profesor de la Maestría de Ciencias Políticas y de la Maestría en Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú.

Wall Street y Washington son las “dos cabezas de la bestia”, tal como lo dijo un activista al corresponsal neoyorkino del diario La Jornada de México [David Brooks, La Jornada, 07/10/2011].  La ocupación de ambos lugares, verdaderos centros del poder financiero y político de los Estados Unidos, se justifica por la enorme transferencia de riqueza en beneficio de los banqueros por los gobiernos de George W. Bush y de Barack Obama y además por las guerras de agresión emprendidas desde Washington.

Sabemos, por los muy detallados cálculos de Nomi Prins, que el rescate de la banca y de otros sectores de la economía norteamericana llevó a que la exposición financiera del gobierno norteamericano alcanzase una suma superior a los 21 trillones de dólares en septiembre del 2009, es decir, al año de la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers en septiembre del 2008 [Nomi Prins, It Takes a Pillage, 2010].  Los cálculos más actualizados sobre la exposición financiera del gobierno norteamericano, o costo potencial del rescate, se pueden consultar mes a mes hasta el presente a través del siguiente enlace electrónico: http://www.nomiprins.com.

Aunque la exposición financiera no implica necesariamente un costo financiero, así como el avalista de un préstamo no siempre tiene que asumir una pérdida, ya sea parcial o total, se pone en evidencia la magnitud del compromiso político de Washington con Wall Street y la enorme transferencia de riqueza a favor de éste.  Ese nivel de exposición financiera del gobierno norteamericano es equivalente a 1.5 veces el Producto Interno Bruto de 14 trillones de dólares de ese país.

Por otro lado, no se sienta realmente ningún precedente nuevo aunque los montos de riqueza transferidos a Wall Street sean muy grandes.  La norma es que las pérdidas se socializan y las ganancias se privatizan.  Pagan la cuenta siempre los contribuyentes de impuestos.  Está ocurriendo exactamente lo mismo en Europa, donde se socializan las pérdidas de los bancos que especularon en títulos de deuda riesgosos y ha ocurrido lo mismo en todos los episodios de crisis financieras importantes (“too big to fail”).

Es importante tener en cuenta que los inversionistas financieros reciben una compensación anticipada en términos de mayor rentabilidad por la asunción de mayores riesgos financieros.  Una regla conocida de las finanzas nos dice que a mayor riesgo mayor rentabilidad esperada.  Nótese que la regla dice rentabilidad esperada y no realizada.  En consecuencia, los inversionistas pueden realizar pérdidas y no cabe otorgarles ninguna compensación posterior.

También se han desprestigiado los economistas norteamericanos que defendieron la liberalización financiera y desregulación de la economía dada la masiva intervención gubernamental ya señalada.  Lamentablemente fue muy grande la influencia académica, política y mediática de esos economistas, y ahora se aprecian las consecuencias reales.  Además de una severa crisis financiera, esos mismos economistas contribuyeron a la creación una severa crisis ecológica por ignorar los daños de la industrialización capitalista ó por considerar que esos daños serían siempre reversibles en el tiempo.

Tampoco cabe justificar el rescate de la banca apelando a argumentos intervencionistas de índole keynesiano porque simplemente estábamos en un orden económico liberal y no en un orden económico keynesiano.

La acertada consigna de la protesta norteamericana de “somos el 99%” implica un gobierno plutocrático de ese 1% que se beneficia de los rescates financieros y goza de un nivel de vida incomparablemente más alto que el resto de la población.  La democracia política en Estados Unidos, influenciada por grandes intereses económicos, es una pantalla.  Los sondeos de opinión pública hechos tras el anuncio del paquete de rescate de 700,000 millones de dólares acordado por el Congreso de los Estados Unidos tras el colapso de Lehman Brothers mostraban oposición mayoritaria al rescate de la banca (aunque con una oposición menor al rescate de las automotrices) [CBSNews.com, “Poll: Americans Split on Big 3 Bailout”, 08/12/2008].   Los electores norteamericanos pueden elegir entre el Partido Republicano y el Partido Demócrata, pero siempre gana el Partido de los Negocios como lo hace señalado Noam Chomsky.

Washington es además objeto de protestas de los norteamericanos por las guerras de agresión de Afganistán e Irak y sus intervenciones militares en otras partes del mundo.  El viernes 14 de octubre del 2011, Amnistía Internacional lanzó su campaña “Haz que detengan a Bush” para buscar justicia internacional dado que las autoridades norteamericanas se niegan a abrir investigaciones criminales contra él por acusaciones de torturas, desapariciones forzadas y otras violaciones a los derechos humanos  [http://www.es.amnesty.org/actua/acciones/canada-bush/].

De manera alentadora, el sábado 15 de octubre, hemos podido apreciar protestas globales y masivas a favor de la paz, la justicia y la protección del medioambiente.

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