Hace menos de una década era común escuchar que el cine peruano se encontraba en una situación decadente. A la deficiente legislación cinematográfica, incumplida sistemáticamente durante años, se sumaba la escasez de cineastas con capacidad económica suficiente para llevar a cabo sus proyectos y un público que no se fiaba de las películas nacionales, prefiriendo los productos extranjeros. Actualmente, la situación del cine peruano parece haber mejorado; sin embargo, esto no significa que su regulación lo haya hecho.

Arte y cultura: ¿por qué regular el cine?

Antes de analizar la legislación actual, es pertinente responder: ¿por qué el cine debe regularse y cuál es la relevancia de ello? El cine es la única industria del espectáculo que reúne los rasgos básicos de producción, distribución y consumo, lo cual implica un trabajo altamente complejo que requiere de reglas. Además, el cine como arte es un medio de expresión y difusión que refleja la visión exteriorizada de una o más personas sobre la realidad social, dando forma a temas como el origen de la nación, el carácter distintivo de cada cultura y la elaboración de signos de identidad[1].

Asimismo, es importante recordar que nuestra Carta Magna reconoce en su artículo 2, inciso 8 que “el Estado propicia el acceso a la cultura y fomenta su desarrollo y difusión”. El cine es una manifestación de cultura y las normas que lo regulan tienen un impacto directo e indirecto en la producción, comercialización, difusión y premiación de películas nacionales. Por ello, es necesario contar con normas cinematográficas que sirvan como políticas culturales para la promoción de su desarrollo.

La Ley Cinematográfica peruana (Ley N° 26370)

En 1994, luego del golpe de Estado de Fujimori, la instauración de una nueva Constitución, la derogación de la Ley Cinematográfica de Velasco y el caos legislativo de ese periodo, el gobierno no tuvo más remedio que promulgar, apresuradamente, una nueva ley que regulara la materia: la Ley N° 26370. Esta tenía como objetivo fomentar la producción de obras cinematográficas gracias al CONACINE[2], el cual se encargaría de la convocatoria de concursos anuales para cortometrajes y largometrajes, con recursos consignados por el Tesoro Público. Asimismo, tenía como fin promover la mejoría técnica y artística de la cinematografía nacional en todos sus planos.

Sin embargo, la Ley N° 26370 fue incumplida sistemáticamente durante varios años y el CONACINE dependía de los recursos del Estado, que no tenía como prioridad apoyar la cinematografía. Las omisiones de los sucesivos gobiernos en la asignación de las partidas establecidas en la ley causaron que los cineastas peruanos perdieran total confianza en la eficiencia de la norma, reclamando urgentemente por modificaciones.

En efecto, este panorama complicado tuvo una mejoría cuando en el 2005 Perú entró al Programa Ibermedia, un fondo exterior destinado al apoyo de coproducciones cinematográficas. Además, en el 2011 se promulgó una norma complementaria que modificó la Ley N° 26370 y, al siguiente año, la Ley N° 29919 disolvió al CONACINE y creó al DICINE[3], un área dentro del Ministerio de Cultura que asumiría la función de aplicar la ley.

¿Estado o mercado?

La Ley N° 26370 puso en duda la función del Estado respecto al cine y el papel íntegro del mercado para realizar un proyecto. Este debate tomó mayor fuerza luego del estreno de ‘Asu Mare’, gran éxito que no necesitó de apoyo estatal, sino de financiamiento por parte de privados y adecuada publicidad. No obstante, su éxito fue atípico y respondió a factores poco comunes en el contexto peruano, lo cual se evidenció cuando cintas posteriores que buscaban ser comerciales no tuvieron tal acogida, con sus respectivas excepciones.

Resulta pertinente acotar otro de los grandes problemas de nuestra actual cinematografía: las facultades de los exhibidores en la industria, quienes se rigen por reglas del mercado. Ellos poseen total libertad para elegir horarios poco favorables o retirar premeditadamente películas de las salas; todo esto con el fin de dar preferencia a producciones extranjeras en lugar de las nacionales. Basta recopilar las constantes denuncias y quejas de directores peruanos ante los abusos e injusticias de las cadenas de cines en contra de sus películas (véase aquí).

De esta forma, si bien el mercado determina lo que el espectador desea y no las leyes, esto no impide que el Estado pueda proteger legalmente y auspiciar económicamente programas de producción y distribución que ayuden a grupos minoritarios. Ejemplo de ello es que el cine independiente no está desarrollado solo por falta de financiamiento, sino por un débil sistema de industria cinematográfica. En países como Ecuador, Uruguay o Panamá, se han dotado de leyes y otros mecanismos de apoyo para impulsar una cinematografía poco desarrollada como la nuestra. Por todo eso, es primordial tener mejores políticas culturales, incentivos llevados con efectividad, y una legislación que considere el perfil del espectador peruano[4] y las manifestaciones artísticas de nuestros cineastas.

Como señala Jiménez, hace falta una legislación que considere apoyar “el otro cine”, el que no congrega grandes multitudes, pero que es parte de nuestra realidad[5].

La cultura: ¿siempre relegada?

No cabe duda de que el gobierno tiene otras prioridades, pero la demanda de una necesidad no desmerita la otra. El retraso que supuso la Ley N° 26370, aspectos que urgen regular como la exhibición y la necesidad de mecanismos de apoyo como Ibermedia son algunas de las razones que evidencian el mal desempeño del Estado respecto al cine nacional. En nuestro país existe una industria cinematográfica inestable que el mercado por sí solo no va a consolidar. Toda manifestación cultural, ya sea cine comercial o independiente, merece el apoyo de la normativa y no una regulación a medias. Los artistas peruanos no deberían desconfiar de una legislación destinada a crear mayores oportunidades en sus labores.


[1] Cf. GARCÍA CANCLINI, Néstor. “¿Por qué legislar sobre industrias culturales?”. Nueva Sociedad. Buenos Aires, N° 175, 2001. Consulta: 13 de marzo de 2015. http://www.nuso.org/upload/articulos/2991_1.pdf

[2] Consejo Nacional de Cinematografía.

[3] Dirección de Industrias Culturales.

[4] TAMAYO, Augusto. “Cine peruano en la actualidad”. Butaca samarquina. Lima, número 1, 2012, pp. 8-19.

[5] JIMENEZ, Eduardo. “Asu mare o intento de hacer cine comercial en Perú”. Lagarto Cine. Lima, 13 de mayo, 2013. Consulta: 10 de marzo de 2015. http://lagartocine.perublog.net/2013/05/13/asu-mare-o-el-intento-de-hacer-cine-comercial-en-el-peru/

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