El conflicto en Siria ha dado un nuevo giro esta semana. El Parlamento ruso autorizó, por unanimidad, que el presidente Vladimir Putin use la fuerza militar en territorio sirio para combatir el terrorismo ahí presente. En ese sentido, el gobierno ruso indicó que los ataques serían realizados únicamente contra las fuerzas radicales, como el Estado Islámico (EI). No obstante, según Estados Unidos (EEUU), los bombardeos no estarían realizando esta distinción y se estarían dando contra grupos vinculados al Ejército de Siria Libre. A pesar de ello, desde Moscú y Washington se ha acordado mantener conversaciones democráticas sobre el papel del Presidente sirio. Ante esta coyuntura, en el presente editorial explicaremos brevemente lo que viene ocurriendo en Siria y analizaremos los principales intereses detrás del conflicto que se vive en dicho país.

Para empezar, es preciso señalar algunos antecedentes históricos para entender mejor la situación actual que vive Siria. La historia del conflicto se remonta a cuando, tras varios años soportando gobiernos autoritarios, las poblaciones de muchos países de Medio Oriente derrocaron a sus líderes en un proceso conocido como la Primavera Árabe. No obstante, este no fue el caso en Siria. Hafez al-Assad gobernó dicho país durante treinta años y, tras su muerte, su hijo Bashar al-Assad asumió el poder en 2000. En un inicio, este aparentó ser un mandatario menos represivo. Sin embargo, a la primera señal de oposición, restringió la libertad de expresión, cerró la economía y dejó de lado cualquier intento por llegar a la democracia. Un dato interesante es que al-Assad pertenece a la secta musulmana de los alauitas –que representan solo el 12% de la población en Siria–, quienes han estado en el poder desde los años 70, a pesar que un 70% de la población es sunita.

Luego de doce años de la toma de poder de Bashar al-Assad, la población de Siria comenzó a protestar en contra de su régimen autoritario. La represión no tardaría en llegar: el ejército disparó a los manifestantes y se hizo imposible una resolución pacífica del conflicto. Entonces, empezaron a aparecer grupos de rebeldes muy distintos entre sí, siendo lo único en común el rechazo hacia el régimen actual. A pesar de ello, estos grupos aún no han podido derrocarlo ya que al-Assad cuenta con el apoyo de Rusia, Irán y el grupo Hezbollah. Asimismo, la adopción de cualquier resolución por parte del Consejo de Seguridad de la ONU contra la represión del gobierno sirio no ha podido darse puesto que China y Rusia han vetado todo tipo de intervención en señal de apoyo al régimen de al-Assad.

Ahora bien, ¿cómo es que tantos países están involucrados en el conflicto? Con respecto a Rusia, este país teme que intervenciones extranjeras desestabilicen al país y extiendan la revuelta de los rebeldes a las repúblicas rusas del Cáucaso. A ello hay que sumarle que existen rivalidades culturales entre los musulmanes y la Rusia ortodoxa, además de que al-Assad es el único aliado que los rusos tienen en el Medio Oriente, por lo que su caída eliminaría cualquier tipo de influencia rusa en esa zona. Adicionalmente, el Estado ruso tiene un puerto del Mar Mediterráneo en la ciudad siria de Tartus, siendo su único muelle militar fuera del espacio ex soviético. El principal uso reconocido de la base naval es logístico y de mantenimiento de los buques rusos que operan en el Mediterráneo. Finalmente, un último punto relevante es que Siria resulta como buen cliente para la industria armamentística de Rusia.

Por otro lado, en lo que respecta a EEUU, las relaciones entre este y Siria no son óptimas ya que el primero es aliado de Israel, enemigo del pueblo árabe. A ello se suma que la victoria de al-Assad desencadenaría una ola nacionalista árabe hostil hacia Israel. De igual forma, la agresión indirecta contra Siria es una oportunidad para EEUU de proteger su hegemonía unilateral. Vale acotar que la resistencia del Estado sirio ha servido como palanca para países como China, Rusia y los demás miembros del BRICS, que se oponen a la hegemonía de EEUU. Finalmente, la victoria de al-Assad complicaría estratégicamente a EEUU puesto que se cerraría el cerco alrededor de Israel.

Como se puede apreciar, Siria es un país de gran interés para la comunidad internacional por su posición estratégica. Ello es causa de que la resolución del conflicto sea muy complicada, ya que son muchas las partes involucradas, y con intereses contrapuestos.  Esta situación ha generado que los mecanismos de intervención de la ONU no sean eficaces para lograr controlar las hostilidades que se vienen realizando en territorio sirio, siendo una muestra más de las debilidades que tiene nuestro actual sistema de relaciones internacionales. Por lástima, dada la horizontalidad de la sociedad internacional y las carencias del Derecho Internacional para estas circunstancias, finalmente serán los intereses de los Estados los que guíen el actuar en este tipo de situaciones. De esta tribuna, esperamos que se tome en cuenta la cantidad de personas que vienen siendo afectadas de forma injusta por esta situación y de que, sea cual fuera el bando que salga victorioso, este heredará un país con una economía destruida y una población dividida.

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