Nuestra Constitución reconoce como uno de los derechos fundamentales de la persona ‘el derecho a participar, en forma individual o asociada, en la vida política, económica, social y cultural. Los ciudadanos tienen conforme a ley, los derechos de elección, de remoción p revocación de autoridades (…)’. Como todo derecho este implica una obligación, el hacerlo responsablemente.
Tengo una amiga argentina con la que coincidimos en la terquedad de ejercer la abogacía. Digo terquedad pues en países como Argentina y Perú, el ejercicio del derecho requiere de esta virtud. Califico la terquedad como virtud considerando el contexto actual de ataque valiente a los formales (SUNAT, Indecopi) y complicidad cobarde y cómoda con los informales.
Cada vez que hay elecciones, compartimos también la esperanza de que se elijan candidatos que crean que el hacer empresa no es un pecado de gente egoísta sino que es la consecuencia lógica del deseo de ver que su país se desarrolle para que ofrezca a sus hijos y siguientes generaciones un lugar donde crecer seguros y desarrollarse personal y profesionalmente.
Los resultados en Argentina han sido alentadores. Macri es un ingeniero que ha trabajado como tal, es un empresario que ha pagado impuestos producto de sus ingresos originados en su trabajo y no por recibir donaciones. Luego de su secuestro entró en política para cambiar su país. Sabe lo que es trabajar y lo necesaria que es la estabilidad y seguridad para el desarrollo de él y su familia. No tiene vergüenza de creer en un sistema.
Aquí la etapa preelectoral no puede ser más fantástica. Tenemos a varios que nunca han trabajado o hecho empresa pretendiendo ser candidatos (solo han vivido de lo que les dan otros, quieren seguir haciéndolo), otros que tienen que atacar a los empresarios para que no los crean de derecha o liberales (sistema que ha funcionado y que ha permitido a sus países ser desarrollados). Otros insinúan aplicar el intervencionismo del Estado en decisiones de negocio (bienvenida la inversión pero donde yo diga).
Si algo no necesita tubo de ensayo, es el intervencionismo estatal: en nuestro país cuando existía la estatal Compañía Peruana de Teléfonos se tardaban seis años en ponerte un teléfono fijo y cuando tenías la dicha que el milagro se iba realizar, el instalador te decía que le faltaba un metro de cable. Asimismo, la reforma educativa tiene resultados que saltan a la vista como también los de la reforma agraria (eso sí, todos los gobiernos de todas las tendencias han coincidido en hacer perro muerto a los expropiados, el actual tuvo la servil colaboración del Tribunal Constitucional). En Venezuela una de las familias más rica es la del difunto Chávez, su sistema les ha funcionado a ellos y a su entorno espectacularmente. Lástima que no para la mayoría de los venezolanos que sufren atropellos a sus derechos humanos diariamente y los que aquí claman por ellos no dicen nada al respecto.
Nos toca elegir, debemos hacerlo con responsabilidad. No solo votamos por nosotros, votamos por nuestro país que se merece un futuro con esperanza. Estudiemos bien las propuestas y comparémosla con sus resultados en países donde se han ensayado las mismas (incluido el nuestro), analicemos a los candidatos y determinemos si alguno es el tipo de ser humano que queremos que guíe nuestro país además de si este tienen la capacidad de ejercer el cargo (se requiere algún tipo de habilidad para dirigir un país, no basta estar entre los últimos de su clase en el ejército).
Tenemos la oportunidad de contribuir con nuestro voto al desarrollo de nuestro país. Un gobierno preparado y responsable permitirá que a su vez se den las condiciones legales y económicas que necesitamos para continuar nuestro desarrollo. Hagámoslo responsablemente.