Por: Andrea Juscamaita, analista de Persuasión y Sistema de Justicia de PsychoLAWgy
Si alguna vez han leído Moneyball -o visto su versión cinematográfica en todo caso- sabrán que narra cómo mediante las estadísticas se lograron fichar jugadores de béisbol con el objetivo de mejorar el rendimiento del equipo Oakland Athletics, hecho inédito y duramente criticado desde un principio. Los resultados fueron mejores de lo que sus detractores esperaban, ya que hallaron un gran potencial en jugadores que habían sido ignorados por distintos expertos del béisbol y sobre todo, contaban con valiosa información sobre este deporte gracias a un exhaustivo proceso de recolección de datos. La aplicación del análisis estadístico que llevó al descubrimiento de estos jugadores, hizo que muchos se plantearan la siguiente pregunta: ¿es posible replicar esta experiencia en otros campos en los que esta metodología es poco frecuente?
La realización de experimentos implica determinar aleatoriamente un grupo en un tratamiento y a los individuos restantes colocarlos como grupo de control. Pensemos en las finanzas domésticas. Para que los individuos puedan tomar una decisión correcta al respecto, necesitan entender diversos factores sobre el uso del dinero como las pérdidas y ganancias o el nivel de consumo adecuado, y este tema es más complicado para la población que es pobre. En principio, a través de los diversos estudios que se han realizado a lo largo de estos años, es que contamos con evidencia empírica que nos permite conocer los aciertos y las falencias sobre la teoría. No obstante, el añadir al comportamiento humano como variable explicativa nos permite abrir un nuevo horizonte en la literatura.
En Kenia se realizó un experimento durante seis meses en donde se buscó probar hasta qué punto las intervenciones conductuales y los incentivos financieros pueden aumentar la tasa de ahorro de las personas con ingresos bajos e irregulares. De todas las intervenciones realizadas, la más efectiva fue el uso de una moneda dorada con números por cada semana del ensayo, en la que se pidió a los participantes que tacharan el número correspondiente por cada semana que cumplieran con su objetivo de ahorro. La moneda influyó en la mentalidad de las personas sobre el ahorro y los motivó a cumplir con sus objetivos en mayor medida que el resto de las intervenciones. (Akbas, M., Ariely, D., Robalino, D.A., & Weber, M., 2016)
Estos resultados, respaldados por trabajos anteriores, sugieren que las decisiones de ahorro involucran aspectos psicológicos que no suelen ser considerados y que deberían ser un factor a tomar en cuenta por los diseñadores de políticas públicas. No obstante, las críticas existen y una de ellas recalca la poca fiabilidad al momento de replicar las medidas implementadas. Por eso, cuando se desea intervenir en un ambiente diferente y, en especial, si se desea entender el accionar humano, es importante analizar las pequeñas decisiones de las personas en su día a día para poder buscar patrones. Todos quisieran mejorar sus finanzas domésticas, pero ¿cuáles son esas decisiones cotidianas que nos alejan de dicha meta?