Mauricio Ibañez, bachiller en Economia de la Universidad de Piura con estudios de pregado en la Pontificia Universidad Católica de Chile.

De acuerdo a la BBC, Perú es uno de los países en los que más gasta una persona en regalos por navidad. En promedio, el peruano compra 8 regalos en navidad, muy por encima de otros países de la región como Colombia y México en los que se compran solo 6 regalos (BBC, 2015). Asimismo, ello también se evidencia en el incremento del crédito por consumo en tarjetas de crédito. En el siguiente gráfico, se observa que los mayores incrementos del crédito de consumo por tarjetas de crédito se dan en mayo, noviembre y diciembre alcanzando niveles de hasta 2.5% respecto a meses anteriores. Precisamente, estos meses coinciden con la repartición de utilidades y fiestas de fin de año.

 Gráfico 1. Variación mensual del crédito de consumo por tarjeta de crédito.  Perú 2013 – 2017

Fuente: SBS, 2013-2017

Entonces, se acerca la época navideña y más allá del ánimo por compartir una cena el 24 o disfrutar de un almuerzo el 25, existe una tarea importante en comprar el regalo adecuado a cada familiar y amigo como símbolo de nuestra estima y consideración. Sin embargo, muchas veces, esto puede suponer todo un reto e incluso llegar a ser hasta agotador, por eso quizá cabe preguntarse: ¿qué conductas se esconden detrás de la compra de regalos? ¿Somos racionales escogiendo ese regalo? La economía conductual nos da algunos alcances sobre este comportamiento.

En la entrega de regalos se destruye entre 10 – 30% del valor del regalo. Para el economista Joel Waldfogel, lo anterior es innegable, pues tanto la persona agasajada como la persona que otorga el regalo asignan un valor diferente al mismo (Waldfogel, 2009). Para entrar a detalle, se harán las siguientes precisiones: se denominará como “comprador” a aquel que invierte dinero en un obsequio para otra persona, mientras que, se mencionará como “beneficiario” a aquel que recibe el regalo.

En esa línea, se requiere primero entender cómo se determina el valor del regalo. El valor de un regalo depende del valor intrínseco que cada persona le asigne, así como del vínculo afectivo entre ambas. De este modo, para el comprador, el valor del regalo puede estar determinado por el dinero que ha invertido en este y por la connotación afectiva que mantiene con el beneficiario, mientras que para este último, además del vínculo afectivo, el valor que le asigne al regalo puede estar determinado por el valor monetario del tipo de regalo que espera recibir. Por ejemplo, Belk & Coon (1993) señalan que las mujeres tienden a preguntarse más por el valor simbólico, mientras que los hombres están más interesados en la utilidad.

Es evidente que existe una disparidad en el valor del obsequio. ¿Entonces, qué se esconde detrás de esta conducta? La respuesta se encuentra en que estos también son vistos como “inversión” dentro de una relación. Las personas consideran más deseables a quienes entienden mejor sus preferencias como parejas, frente a alguien que no tiene idea de lo que su pareja quiere o cree (Prendergast & Lars, 2001)

Precisamente, buscamos enviar mensajes con los obsequios: “eres más importante para mí si el regalo es más caro”. Sin embargo, como ya se mencionó, el beneficiario puede percibir el obsequio como algo no tan caro. Ante tal situación, el comprador puede asegurarse que el beneficiario interprete el mensaje correcto evidenciando el costo verdadero del obsequio. No obstante, esta nueva señal puede conllevar a que el beneficiario entienda otros mensajes: “la persona que me regaló esto cree que su regalo es mejor solo porque es más caro” o “ahora yo tengo el compromiso de darle un obsequio igual o más caro”. En cualquiera de los dos casos, el mensaje que busca fortalecer la relación queda de lado y provoca que el beneficiario interprete un mensaje distinto que desmerece el obsequio.

En ese contexto, el autor de Scroogenomics sostiene que se puede controlar estas diferencias en el valor del obsequio a partir de un cambio de conducta. Por un lado, con respecto al comprador, muchas veces se cae en sesgos al momento de escoger un regalo:

  1. Sesgo al hacer predicciones sobre el gusto del beneficiario desde nuestro punto de vista.
  2. Las personas predicen mal sus propios deseos. La ropa colgada en el closet sin haberse nunca usado o los libros empolvados en el estante son un ejemplo de ello.
  3. Se sobreestima la similitud de una persona con nosotros.

Por otro lado, el beneficiario también puede tener un cambio en su conducta que le permita obtener utilidad del regalo. Por ejemplo, si te regalan una gift card o dinero en efectivo, úsalo inmediatamente. Considera que el comprador otorga este obsequio con el propósito de que lo gastes en algo de utilidad tangible (un gusto) y no en que se incrementen tus ahorros.

Entonces, la decisión del regalo a comprar contiene un componente subjetivo respecto a la relación entre comprador y beneficiario que afecta al valor del regalo. Ante ello, se toman conductas para demostrar la importancia del vínculo, escogiendo el regalo más único e importante. Sin embargo, puede no ser interpretado de este modo por parte del beneficiario. Por ello, es importante reducir los sesgos al momento de escoger el regalo. Perú es un país que parece premiar el vínculo afectivo por encima de otros países de la región, prestemos atención a si el regalo que escogemos refleja aquello.

Bibliografía:

BBC. (24 de Diciembre de 2015). ¿En que país de América Latina gastan más en regalos de Navidad?

Belk, R., & Coon, G. (1993). Gift Giving as Agapic Love: An Alternative to the Exchange Paradigm Based on Dating Experiences. Journal of Consumer Research, Vol.20 393-417.

Prendergast, C., & Lars, S. (2001). The non-monetary nature of gifts. European Economic Review, Vol 45. 1793-1810.

SBS. (2013-2017). Carpetas de información del Sistema Financiero.

Waldfogel, J. (2009). Scroogenomics. Princeton: Princeton University Press.

Fuente de la imagen: Navidad

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí