Por Sandra Carrión, estudiante de la Facultad de Derecho de la PUCP y miembro del programa de desarrollo social de THEMIS, Khuska.
“Y a parte, afecta emocionalmente y psicológicamente porque todos estamos pensando en esta situación cuando se va a acabar. O sea psicológicamente también nos daña a todos, nos pone tristes pensar en esta situación tan difícil que estamos ponernos a pensar ¿Cuándo? ¿Cuándo se va a acabar? (…)” [1].
Todos sabemos del fuerte y trágico impacto que generan los derrames de petróleo en nuestro medio ambiente. Por un lado, la contaminación de cuerpos de agua tanto para consumo como para uso humano, contaminación de ríos, zonas agrícolas, etc., lo cual repercute en la desaceleración de la actividad agrícola y pesquera. Por otro lado, contaminación en los suelos como resultado de la absorción del petróleo en los mismos, lo cual conlleva a una desaceleración en actividades como la agropecuaria, la pesquera, etc. [2]
Sin embargo, poca atención se da a otra de las consecuencias del derrame de petróleo igual de importante: el impacto en la salud física y psicológica de las comunidades en las que se suscitan estos desastres. Por tal motivo, el objetivo del presente artículo es crear un espacio de visibilización de las consecuencias del derrame de petróleo en la salud física y mental de dichas poblaciones con el fin de resaltar el importante rol que juega el Estado para garantizar el servicio de salud pública a las poblaciones afectadas.
En primer lugar, es preciso recordar el concepto de salud mental entendido en su aspecto positivo. Según la Constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “(…) es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades” [3]. En efecto, la salud mental representa un estado de bienestar completo a en todos los niveles, tanto físico como social y psicológico. En ese sentido, la salud mental de los pobladores de las comunidades se vio seriamente perturbada por un factor externo tal como es el derrame de petróleo. Un estudio llevado a cabo el presente año 2019 por el Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN) denominado “Análisis de los principales riesgos y oportunidades globales para el Perú al 2030” evidenció dos impactos negativos del derrame de petróleo que conviene resaltar: de un lado, el “componente salud” (penetración por la piel, ingesta de comida e inhalación a través de la respiración) y, de otro lado, el “componente psicológico”. A continuación, pasaremos a profundizar en cada uno de ellos.
En primer lugar, se encuentra el llamado “componente salud”. Dicho impacto se encuentra estrechamente relacionado con la salud física de los pobladores afectados. Para evidenciar este hecho basta mirar unos años atrás a uno de los desastres artificiales (desastre por intervención del hombre) más emblemáticos y dolorosos de nuestro país: el caso de Cuninico. Dicha tragedia sucedió en la quebrada de Cuninico, en donde se dio el derrame equivalente a 2358 galones de petróleo debido a una fuga en el Oleoducto Norperuano (ONP) en el año 2014, cuyo responsable fue la empresa estatal Petroperú, impactando en las comunidades nativas de San Francisco, Nueva Esperanza, Cuninico y Santa Rosa, localizadas en el distrito de Urarinas, departamento de Loreto [4].
Tras este trágico suceso, el Ministerio de Salud (Minsa) reportó que el 51% de la población presentó un nivel de mercurio en la orina por encima del rango de referencia. Asimismo, encontró que un 17% de la misma registró un nivel de cadmio en la orina por encima del rango de referencia [5]. Este alto nivel de metales pesados alojados en los cuerpos de los pobladores aumentó la vulnerabilidad de los mismos, exponiéndolos a una serie de a una serie de enfermedades tales como diarrea, dermatitis, faringitis, por mencionar unas pocas.
Algunas de las consecuencias se han evidenciado a la hora de consumir sus alimentos, esto debido a que el grueso de los pobladores se alimenta a base de las especies que habitan en los cuerpos de agua. Es así como, a partir de la ingesta de pescado y del agua contaminada con petróleo, estos han sufrido de diarreas, hinchazones de estómago, calambres, dolor de estómago, abortos espontáneos en el caso de embarazadas, dolores de cabeza, adormecimientos en los músculos, cansancio, dolores de espalda, etc. Asimismo, debido a la necesidad de los pobladores de bañarse en el río, estos han desarrollado alergias en la piel, comezón, poca tolerancia al sol, etc. [6].
Diversas investigaciones se han encargado de estudiar esta situación, encontrándose que las enfermedades que se presentaban en la mayoría de adultos son: 70.30% dolores de cabeza, 56.80% dolores de estómago y 62.20% alergias en la piel. Por otro lado, con respecto a los niños y niñas, se evidenció que un 55.90% sufría náuseas y vómitos, 62.20% dolores de estómago y 91.20% alergias en la piel [7]. Tal como se puede observar, son diversas las afectaciones en la salud a nivel físico que padeció la comunidad de Cuninico a raíz del derrame de petróleo. Esta vulnerabilidad a enfermedades y complicaciones físicas no solo se ha dado en esta comunidad, sino que representa un común denominador entre las comunidades que han sido afectadas por los diversos derrames de petróleo que han acontecido con mayor frecuencia en las últimas décadas. Sin embargo, esta no ha sido la única consecuencia directa para los pobladores, sino que también se ha visto menoscaba su salud a nivel psicológico. Esto nos lleva al siguiente punto a tratar.
Si bien la afectación a nivel físico es tangible y evidenciable, no ocurre lo mismo con la afectación a nivel emocional y psicológico. Lo que ocasiona que -muchas veces- este último sea al que menos atención se le da, aunque se encuentre en igual grado de importancia que el nivel físico. Con la pérdida de la infraestructura productiva (pérdida de áreas de cultivo, ganado, semillas, etc.), contaminación de suelos y ríos, la pérdida de la flora y fauna, se ha menoscabado la salud mental de los pobladores. Según CEPLAN, el hecho de que sus medios de subsistencia -tierras y ríos- se vean afectados debido a la exposición a hidrocarburos, genera un estado de alerta y miedo entre los pobladores. Asimismo, esta exposición -y la consecuente contaminación del área- provoca que ya no puedan interactuar con los elementos de su territorio, lo cual altera las costumbres tradicionales de laS comunidades [8].
Existe un estudio en específico que evidencia la magnitud del impacto en la salud mental, me refiero al caso de derrame de petróleo de Exxon Valdez, que tuvo lugar en Alaska en el año 1989. Tras este devastador acontecimiento, las tasas de ansiedad, el Trastorno de Estrés Postraumático (PTSD) y depresión, aumentaron de manera significativa. Sobre esto último, se encontró que la probabilidad de sufrir depresión alta fue de 1.8 veces mayor entre en los individuos que residían cerca de las áreas afectadas que de los más alejados [9].
Regresando al Perú, de acuerdo a una investigación sobre impacto psicológico por los derrames de Imaza (ocurrido el 25 de enero del 2016) y Morona (ocurrido el 2 de febrero del 2016) realizada por “Foco Económico” se encontró que los derrames aumentan la probabilidad de sufrir depresión en 20 puntos porcentuales (pp), incremento de los pensamientoS suicidas en 16 pp, sensación de fracaso en 12 pp, falta de motivación en 10 pp y cansancio en 17 pp [10].
Como nos podemos dar cuenta, es innegable el impacto negativo que los derrames de petróleo generan en la salud mental de las comunidades en las que ocurren. Ahora bien, cabe preguntarnos ¿Qué rol debería jugar el Estado? Esto nos lleva a nuestro tercer y último punto.
El Estado debe cumplir su papel de garante de derechos. En este sentido, es de vital relevancia que, cuando ocurra este tipo de desastre, los Estados sean capaces de afrontarlo a través, no solo de un Plan de Contingencia, sino también con la aplicación de un plan de atención de salud para el diagnóstico y tratamiento de personas afectadas por los metales pesados y otros químicos producto de los derrames de petróleo. Si bien es importante brindar un servicio de salud para tratar enfermedades y demás consecuencias a nivel físico que dicho derrame puede generar, también es menester garantizar el tratamiento a nivel psicológico de las poblaciones en cuestión.
En nuestro país, a través de la Resolución Ministerial N° 979-2018/MINSA de fecha 25 de octubre del 2018, se aprobó el Documento Técnico: “Lineamientos de Política Sectorial para la Atención Integral de Personas Expuestas a Metales Pesados, Metaloides y Otras Sustancias Químicas”. En este se reconoce que, efectivamente, la exposición de las personas a los metales pesados es un problema de salud pública, asimismo, indica que el servicio de salud debe brindarse de manera oportuna con enfoque de derechos humanos, equidad de género e interculturalidad. Sin embargo, dichos lineamientos no deben quedar solo en papel, sino que es necesario que estén efectivamente implementados en el país a fin de hacer frente esta problemática.
En conclusión, el análisis de los derrames de petróleo -mirado bajo el enfoque de los derechos humanos- es necesario, toda vez que afecta gravemente a la salud de poblaciones que residen en el lugar contaminado. No obstante, enfatizamos que el servicio de salud que el Estado debe brindar en estas comunidades no debe limitarse solo al nivel físico/biológico ya que, como hemos podido evidenciar, el impacto a nivel psicológico es igual de importante, por lo cual, merece ser tratado oportuna y adecuadamente.
Hacemos un llamado a la población acerca de la concientización que debe haber respecto de estos temas, así como un llamado a informarnos más acerca de qué está pasando con nuestras poblaciones y con nuestro medio ambiente. A propósito de ello, aprovechamos este espacio para invitarlos al evento que realizará Khuska denominado: “La falsa prosperidad: Derrame de Petróleo en la Amazonía peruana”. El mismo se realizará el día 20 de setiembre del presente año, en nuestra casa de estudios, la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP), en el Anfiteatro Monseñor José Dammert.
¡Los esperamos!
Bibliografía
[2]https://www.ceplan.gob.pe/wp-content/uploads/2019/01/Riesgos-y-oportunidades-CEPLAN.pdf
[3] https://www.who.int/features/factfiles/mental_health/es/
[8]https://www.ceplan.gob.pe/wp-content/uploads/2019/01/Riesgos-y-oportunidades-CEPLAN.pdf