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La fuente de toda teoría económica es la realidad de la condición humana. Como ser finito, el hombre distingue entre fines y medios. No puede alcanzar sus fines solo con un acto de voluntad, sino que debe aplicar medios para alcanzar sus fines. El hombre vive en un mundo ordenado pero finito. Utiliza medios produce solo efectos limitados para alcanzar fines. Dotado de razón, el hombre es capaz de percibir la conexión causal entre el uso de medios y el logro de fines.
El tradicional caso de la competencia y la iniciativa privada no da por hecho que se produzcan resultados perfectos. Más bien, el caso es que aquellos resultados provenientes de la competencia son en general buenos, y desde luego, mucho mejores que en una economía controlada por el gobierno, o cualquier otra alternativa desarrollada.
El enfoque central del análisis económico de los mercados es la maximización de las ganancias de empresas en mercados competitivos no reglamentados; y, ciertamente, dichas empresas son piezas centrales en la oferta de los mercados para las economías de libre mercado. El análisis de la maximización de ganancias es complicado por el hecho de que las grandes empresas son organizaciones complejas, y las personas que incorporan dichas organizaciones, desde los accionistas hasta los trabajadores de menor rango, tienen incentivos contrapuestos que pueden atenuar la maximización de ganancias en cierta medida. La competencia es en sí misma una actividad compleja, y las empresas muchas veces encuentran más rentable convenir en el precio para concentrarse en la competencia por el producto. Están, asimismo, las organizaciones no lucrativas y las empresas del gobierno para complicar aún más la figura.
Por: Óscar Sumar, Director de Regulación Racional, ex Director de Contenido de Themis, doctor en Derecho por UC Berkeley, abogado en Sumar & Sánchez Abogados y profesor de Calidad Regulatoria en la PUCP El día de ayer (27 de marzo), Claudia...
Aunque J.B. Say haya sido casi totalmente ignorado por los economistas ortodoxos e historiadores del pensamiento económico, esto no es verdad para una faceta relativamente menor de su pensamiento que se llegó a conocer como la “ley de los mercados de Say”. El único punto de su doctrina que los activos y agresivos ricardianos británicos sacaron de Say fue esta ley. James Mill, el “Lenin” del movimiento ricardiano (ver a continuación) se apropió de la ley en su Commerce Defended (1808) y Ricardo la adoptó de su descubridor y mentor.[1]
Hace más de un mes se promulgó el Reglamento Contra el Abuso del Mercado – Normas sobre uso indebido de información privilegiada y manipulación de mercado, aprobado mediante Resolución de Superintendencia N.° 005-2012, publicada el día 5 de marzo del 2012 (el “Reglamento”), el mismo que tiene como propósito desarrollar y detallar los artículos de la Ley de Mercado de Valores[1] (“LMV”) que restringen y prohíben prácticas y/o conductas que atenten contra la integridad del mercado de valores.
Muchos economistas y comentaristas financieros creen que en un mercado regulado de la economía de Internet pueden crearse nuevas formas de monedas que eviten la supervisión del banco central y el gobierno.
La prensa escrita y la esfera de blog (blogosfera) tienen muchas discusiones sobre el alto y creciente costo de asistir a las universidades, la carga de la deuda que pesa sobre los estudiantes universitarios, el hecho de que los ingresos reales medios de los graduados de la universidad han aumentado muy poco los últimos 40 años, y la dificultad de los estudiantes universitarios para conseguir buenos empleos. La conclusión es que con frecuencia demasiados bachilleres buscan un título universitario, y que a estos graduados se les ha vendido una carta de bondades sobre el valor de una educación universitaria.

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